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Millán Requena

«Los países del Golfo no acogen a refugiados, pese a que están en el origen de la crisis siria»

«Para solucionarlo hay que adoptar una posición más combativa contra el Estado Islámico»

«Los países del Golfo no acogen a refugiados, pese a que están en el origen de la crisis siria»

¿Cómo debe gestionar en su opinión la Unión Europea la crisis de los refugiados sirios?

La Unión Europea debe gestionar la crisis en sus distintos aspectos. En primer lugar de manera institucional, con un sistema de reparto de refugiados solidario y basado en una responsabilidad conjunta, porque así lo decide el tratado de la Unión Europea. Para ello es necesario un sistema común de asilo coherente y sólido y basado en el reconocimiento mutuo de las decisiones en materia de asilo. Otro aspecto es el social, porque la política de inmigración debe sustentarse en políticas de integración eficaces. En este sentido, se podría revitalizar la tarjeta azul para los refugiados altamente cualificados. Y es que, en el caso de los refugiados sirios, la cifra de universitarios llega al 20%. Otro aspecto es la cooperación entre países de la cuenca mediterránea a través de acuerdos de readmisión con países como Turquía.

¿Y qué opina de actuar en el foco del problema?

Esta es la última pata en la gestión del problema. Hay que dar un paso hacia adelante y abordar aspectos militares. La crisis hay que resolverla en su origen, que es Siria. No sólo se trata de negociar con al-Asad, sino adoptar una posición más combativa contra el Estado Islámico. Para eso la política exterior y de seguridad debe ser más crítica con los nulos esfuerzos que muchos países vecinos de Siria, con los que tenemos relaciones económicas y culturales, han hecho por resolver el conflicto y por admitir refugiados.

¿Se refiere a los países del Golfo?

Contrasta el peso que sufren países vecinos de Siria, como Líbano, Jordania y Turquía, que acogen a millones de refugiados, con el impacto de la crisis en los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, que además de compartir cultura y religión están en el origen de la crisis, porque han invertido en la guerrilla siria que combate contra al-Asad.

¿Y quién está detrás del Estado Islámico?

El embrión es una parte de los autodenominados rebeldes que luchaban contra al-Asad, que tuvieron un gran efecto llamada además del apoyo de ciertos estados del Golfo. A medida que ganaban posiciones ocuparon territorio de Irak y Siria. La toma de Mosul fue en este sentido decisiva, porque se hicieron con las importantes reservas de oro y petroleo, con las que están comercializando. Además, se ha producido un efecto llamada del radicalismo a todos los musulmanes sunitas del mundo.

¿Por qué está siendo tan lenta la UE en actuar en esta crisis?

Porque la política común de inmigración, que incluye fronteras y asilo, es compartida entre la Unión y los estados. No es una competencia exclusiva, como el mercado exterior. De esta forma, el control de fronteras es responsabilidad de los estados miembros. Si un grupo de estados no está de acuerdo puede bloquearla. En este sentido, para la aplicación del sistema de reparto obligatorio de refugiados de la UE se ha tenido que acudir a la votación por mayoría cualificada, algo que no es habitual, ya que se prefiere por consenso. Se ha llegado con el voto contrario de ciertos estados como Hungría, República Checa o Rumanía. Resulta difícil poner en marcha un mecanismo que, aunque legal, ha tendido votaciones en contra de estados que en última instancia deben poner mecanismos de control y registro de refugiados. Además, hay que tener paciencia en la medida en que la política de inmigración se asume desde 1997. A los estados les cuesta despojarse de políticas propias.

¿Es legal, como se está viendo en esta crisis, que los países de la Unión Europea cierren sus fronteras?

De acuerdo con el tratado de Schengen, por causas de orden público y seguridad, un país puede restaurar temporalmente los controles fronterizos, pero debe notificarlo al resto. Más difícil es justificar un control fronterizo permanente, como el que ocurrió en 2011 con los inmigrantes tunecinos en Lampedusa.

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