El precio que se paga por el kilo de almendra ha caído hasta 1,79 euros en tan sólo unas semanas. Así, según denuncian productores de la Asociación de Jóvenes Agricultores de Alicante (Asaja), a principios de septiembre se llegó a pagar 8,70 euros el kilo mientras que ahora el coste fijado es de 6,91 euros.
La caída del precio se debe, según los agricultores, en parte a la presión de los almacenes para pagar menos por un cultivo que esta campaña batía récords con un importe que no se alcanzaba desde hace años. «Con un 0,22 de media de rendimiento la bajada se traduce en 0,41 euros menos por kilo», explicaba un productor que este año logró recolectar hasta 16.000 kilos, lo que supone unas pérdidas de más de 6.500 euros.
La caída del precio de este fruto afecta especialmente a los productores que han almacenado la cosecha y menos a quienes ya la han vendido. «Siempre dejamos un poco de la producción para cobrarla el próximo año, el precio estaba muy bien para los agricultores, de no alcanzar este importe la almendra no resulta rentable», explica otro de los productores de Agost y la Alcoraya. En concreto, los agricultores de esta zona sufren los elevados costes del agua.
«Nadie sabe lo que nos ha costado estos años aguantar el arbolado, debes tener una superficie muy grande para poder vivir en exclusiva del este cultivo», señaló este agricultor. Así, a modo de ejemplo, explicó que con los precios altos del fruto y una producción de 10.000 kilos se podría llegar a obtener unos 20.000 euros, y de éstos, la mitad se iría en costes sólo del agua.
Por su parte, el presidente de Asaja, Eladio Aniorte, señaló que las bajadas en el precio de la almendra a esta altura del año, con la campaña cerrada, suelen ser habituales y criticó la falta de financiación y ayuda a los agricultores para mantener este tipo de cultivos.
Desde Asaja recuerdan que el cultivo de la almendra en la provincia, a pesar de ser uno de los más característicos de la provincia, ha sufrido mucho abandono por los bajos precios que se entregaban y que, al final, por la falta de beneficios, los agricultores se veían obligados a abandonar.
En concreto, desde 2010 hasta el pasado año 2014 se perdieron 3.136 hectáreas y la superficie cultivada se situó en 24.740 hectáreas.
Aún así las organizaciones agrarias apuntaban en el mes de julio que este 2015 se notaba un repunte en la extensión ocupada debido, precisamente, a la subida de precios y la introducción de nuevas variedades.
