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Tres ubicaciones diferentes para el palacio de congresos fantasma

Veinte años, casi los mismos que el PP gobernó con holgadas y cómodas mayorías absolutas la Generalitat, la Diputación y el Ayuntamiento, lleva esperando Alicante la construcción de un gran centro para la celebración de congresos. Un producto turístico del que la capital de la provincia fue puntera en los años 90 pero que por la falta de infraestructura se ha quedado estancado hasta el punto de que, pese al esfuerzo de los profesionales, la ciudad se cayó de los circuitos. Del gran palacio de congresos se viene hablando desde los tiempos de Díaz Alperi en el Ayuntamiento y el desaparecido Ángel Cuesta al frente del Puerto de Alicante, pero nunca se concretó pese a que llegó a anunciarse en repetidas ocasiones y hasta contó con presupuesto, en torno a los 30 millones de euros. Pero el dinero nunca apareció y fueron pasando los años y de la entonces «tercera fase del Meliá» se pasó al Benacantil -se llegó a abrir incluso un hotel frente al Mercado Central en una operación que ha acabado llevándose por delante a los propietarios del inmueble- y al final al barrio de Sangueta, que sigue igual que hace 10 años, cuando el primer anuncio. El palacio o, mejor, el no palacio, es un claro ejemplo del abandono institucional hacia el sector turístico. Mientras todo el mundo se quería apuntar el tanto se construyó el coqueto Auditorio Provincial (ADDA). No es lo mismo, porque no puede acoger grandes eventos y, además, priman los conciertos o al menos, así constaba hasta el final de la última legislatura. F. J. B.

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