Antonio Vivo ya está comunicando estos días a amigos y fieles de Santa María su decisión de dejar su cargo como rector de la basílica que ha sido su casa durante los últimos 20 años.
¿Se va con alguna espina clavada?
Obviamente la de no haber podido ver terminada la reforma de Santa María. Tampoco el haber podido abrir la cripta e instalar los columbarios, incluidos dentro de esta cuarta fase. He tenido que pelear mucho con los políticos a lo largo de estos últimos años, pero también puedo decir que mi actitud reivindicativa, una vez me he desahogado, se relaja. No soy nada rencoroso y enseguida brindo un abrazo.
¿Qué le dicen los fieles cuando se enteran de que se marcha?
Pues se asombran cuando se enteran de la edad que tengo, aunque es cierto que yo me siento como un niño con zapatos nuevos. Pero en esta vida creo que hay que saber cuándo dejar paso a otros y ser humilde. Me he sentido muy querido a lo largo de estos años y siempre he tenido a gala decir que tengo amigos creyentes y no creyentes.
¿Seguirá oficiando misas?
Como canónigo de la concatedral de San Nicolás puedo celebrar misas. De todas formas, toda mi ilusión está puesta en estos momentos en escribir.
