En los terrenos de ampliación de la Universidad está enclavado el nuevo invernadero de cristal con todos los medios necesarios para desarrollar experimentos relacionados con el control biológico de plagas, cultivos transgénicos y estudio de especies vegetales autóctonas. Asimismo, cuenta con una sala para proyectos de cría y reproducción de insectos para aprovechamiento de masa y transformación de residuos orgánicos.

El invernadero, que se ofertará al mercado en las próximas semanas, acogerá en general investigaciones a pequeña escala, también de docentes y alumnos de la Universidad. El vicerrector de Campus y Sostenibilidad, Rafael Muñoz, y la vicerrectora de Investigación, Amparo Navarro, inauguraron ayer la instalación, que tiene 500 metros cuadrados con nueve módulos distribuidos en dos plantas, de ellos seis para el desarrollo de cultivos y tres para bioseguridad.

El edificio se completa con una estación meteorológica, y ha costado 1,2 millones, financiados con fondos europeos. «Estará conectado con lo que será el desarrollo urbanístico del parque científico» mediante un vial, explicó Muñoz.

Esta obra se suma al primitivo invernadero, anexo al nuevo, ya saturado. Está ocupado en un 70% por empresas de base tecnológica que investigan en la lucha biológica. Bionostrum Pest Control cría insectos (sírfidos) de manera masiva para comerse las plagas del pulgón y vende sus huevos a invernaderos de Europa, lo que evita el uso de plaguicidas químicos. Quieren vender el año próximo 45.000 huevos a la semana, como adelantó la investigadora Sara Pascual. Otra empresa, Biofly Tech, se dedica a la cría artificial de mosca soldado sudafricana, entre otras, para desarrollar un componente de alimentación animal para ganado con la masa larvaria. También se desarrollan en la antigua dotación dos proyectos de la Universidad sobre tomates y orquídeas de África.

Por otra parte, dos nuevas empresas, una de ellas de producción de grafeno y otra de posicionamiento web para pymes, se han incorporado al parque científico.