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Repunte de la construcción

Renacimiento con viejos patrones

La edificación postcrisis mejora precio y calidad pero sigue muy marcada por el residente de fuera que busca playa

Obras en la zona de Punta Prima, una urbanización de litoral entre los términos de Orihuela y Torrevieja. TONY SEVILLA

Tras los años de la vergüenza, una recuperación tímida pero clara que obliga a hacer preguntas. El sector e la construcción en Alicante, una de las provincias que más se expuso al monocultivo del ladrillo desde la liberalización del suelo de 1998 hasta que la crisis financiera de 2007 pinchó la burbuja inmobiliaria nacional, exhibe tras el descalabro de los últimos años síntomas de mejora. ¿Cómo es la edificación que está surgiendo tras la debacle del ladrillo? Antes de responder, cabe comprobar si existe repunte de la actividad.

La obra nueva en la provincia se precipitó a partir de 2006

desde la mayor altura que alcanzó jamás, cerca de 52.700 viviendas en 2004, e impactó contra mínimos históricos de apenas 1.300 casas construidas en 2009, según los datos de viviendas visadas del Colegio de Aparejadores de Alicante. España entra en recesión y con ella se gripa el sector de la construcción a niveles desconocidos por las estadísticas. «Nunca desde que hay registros se ha construido menos que estos años», asegura la economista de la UA especializada en vivienda Paloma Taltavull.

En este contexto llega 2015 y con él la previsión, sobre datos de esta misma organización profesional, de que este ejercicio será el mejor de los peores años: la edificación crece ahora un ritmo medio del 44% anual desde 2013 y a finales de año se habrán levantado 3.956 viviendas nuevas en la provincia. Esta última cifra, ridícula comparada con las decenas de miles de casas que se podían iniciar en Alicante hace una década, triplica no obstante la que se registró en 2012, el año que menos han trabajado las hormigoneras en la historia reciente de esta provincia. Hay, pues, una visible remontada, pero desde los últimos puestos.

No sólo en Alicante. La prensa económica empieza a señalar la reactivación de la inversión en el sector inmobiliario nacional, como certificaban las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre Producto Interior Bruto (PIB) recientemente. Según datos de Ineca, la construcción representa ahora entre un 7,5% del PIB provincial, «un punto más respecto al año pasado», añade el director de Proyectos del instituto, Joaquín Melgarejo. Así, el negocio genera va camino de «retomar el protagonismo del 10% que le corresponde tener en la economía provincial». «Es un sector estratégico que genera empleo estable y arrastra a otras actividades como el mueble, la fontanería o el textil», cuenta el economista de Ineca.

¿Otra construcción?

El sector está compuesto por las actividades de edificación, rehabilitación de viviendas y construcción de infraestructuras en su mayor parte. Sólo la primera actividad y, en menor medida, la segunda, pueden hablar de recuperación. La obra pública sigue subsistiendo con proyectos de «carreteras regionales, saneamientos, instalaciones eléctricas y urbanizaciones de terrenos» licitados por la Diputación y algunos municipios, como explica el presidente de FOPA, Javier Verdú. El portavoz de los contratistas alicantinos asegura que ni Fomento ni la Generalitat tienen capacidad económica ni intención política de potenciar las grandes infraestructuras. En 2016, el Estado gastará 8 millones de euros en obras en la provincia, una cifra «irrisoria» para Verdú.

En vivienda el panorama es distinto. Algunas empresas de reformas facturan «un 40% más este año» y aumentan sus «peticiones de presupuesto en un 20%», como señala desde Renovak Fernando Arsenal. Los promotores hablan directamente de cambio de ciclo y enarbolan discurso nuevo: la construcción repunta y se ha vuelto sensata, sostenible y de calidad.

«Desde la crisis se han construido 1.500 casas nuevas al año mientras se vendían 26.000», cuenta Jeasualdo Ros, presidente de Provia. Para el portavoz de los empresarios inmobiliarios «esto sólo puede significar que el stock de casas que se había generado durante el boom se ha ido vendiendo, y aunque los bancos tienen aún un remanente, quedan pocas casas sin vender», explica. Con el claro objetivo de transmitir que ocho años han sido suficientes para sanear el sector y para adecuar no sólo el tipo de proyectos sino también las actitudes de los empresarios a la nueva realidad legal y económica, Ros asegura que ha habido una selección natural entre los promotores y un abandono de la macropromoción para trabajar proyectos «minimalistas, modernos y eficientes energéticamente» que ofrecen además «entorno y servicios». Casas buenas en sitios y a precios razonables, viene a decir el representante de los promotores.

Para Ros, la nueva construcción alicantina está desarrollando con exquisitez bolsas de suelo urbano, siempre dentro de planeamiento y supliendo la escasa financiación bancaria -los datos del Banco de España muestran cómo el apoyo crediticio a la construcción es cada año más baja- con los pagos iniciales de un cliente ahorrador y comprometido con su vivienda.

Pero esta es una música que no suena nueva a Taltavull, quien se muestra escéptica. «Siempre que termina una crisis los primeros productos que surgen son de mucha mayor calidad. Es lógico; ahora el suelo es mucho más barato para el promotor, la devaluación interna del país hace que los costes de construcción sean más bajos y además está la necesidad de vender», explica la economista. «Es lo mismo que ocurrió en el 84 y en la crisis del 93», añade.

Los promotores venden transformación en el sector mientras la académica pide calma ante lo que parece una campaña de márketing. El ingeniero de caminos, economista y profesor de urbanismo en la UA Armando Ortuño tiene una postura que resulta conciliadora: «veo dos velocidades en este resurgir positivo de la construcción, hay más de lo mismo en bolsas de suelo que quedaron pendientes y se vuelven a poner en marcha, pero también proyectos con valor añadido donde se tiene en cuenta el entorno y los servicios».

Parece que hay consenso en que la nueva construcción se ciñe a planeamiento, mejora el producto sin desorbitar los precios y, pese a ser un periodo anormal, mantiene razonablemente cerca las siempre desiguales estadísticas de vivienda visada y ejecutada porque hay menos especulación y más garantías financieras para construir.

La clave del «dónde»

«Nos piden mucha reforma de chalet y de hoteles». El trabajo que están haciendo empresas de reforma como la de Arsenal da una pista de por dónde se están empezando a ver las grúas de nuevo. Y cuando se analiza dónde se está produciendo este «nuevo producto» aumentan las reservas hacia los anuncios de redención. Aunque la posibilidad de una nueva burbuja es «muy remota», según Ortuño, el repunte constructor en Alicante está enfocado mayoritariamente en trabajar una de sus manifestaciones más reconocibles: la vivienda residencial en municipio costero. En conjunto, la edificación en el litoral supuso más del 56% del total de obra nueva acometida en Alicante entre 2009 y la primera mitad de 2015. De las 14.746 proyectos de casas visados para su construcción en ese periodo, prácticamente la mitad de ellas, 7.343, se construyeron en sólo cuatro municipios: Elche, Torrevieja, Orihuela y Pilar de la Horadada. Sin embargo, en municipios de interior, como Alcoy, los licencias municipales para construir de los últimos tres años se cuentan con los dedos de las manos.

Taltavull asegura que la construcción pasa por un periodo anormal: ni la demanda ni los precios de la vivienda están siendo conformados por compradores nacionales jóvenes, que son «quienes suelen determinar la demanda base». En estos años de salarios bajos, con un paro juvenil del 50% y un mercado laboral precario no se construye pensando en parejas jóvenes. De ahí que el grueso de la obra esté en mercados turísticos y en enclaves residenciales.

«Se han hecho 2.000 viviendas en estos años. Seiscientas de ellas en el plan parcial de Punta Prima, una urbanización con pisos de entre 150 y 300.000 euros en la playa. Otras 400 en las lagunas de La Mata, y el resto en los sectores 13 y 25, con casas y chalets». José Manuel Dolón, alcalde de Los Verdes de Torrevieja, señala las actuaciones aprobadas por el PP en los últimos años, entre las que se incluyen modificaciones en el PGOU para dotar de más altura a la urbanización de Punta Prima. El nuevo alcalde de Pilar de la Horadada, Ignacio Ramos, coloca en los planes parciales de Mil Palmeras y Torre de la Horadada, entre la costa y la carretera nacional, al menos 600 de las 1.298 nuevas casas construidas en el municipio en estos años. Su destino es «segunda residencia» para cliente murciano, madrileño y extranjero.

Orihuela, el municipio donde más se ha construido desde 2009, concentra también en su vasta línea costera la mayoría 2.904 que el Colegio de Aparejadores ha visado en el municipio sin que este diario pudiese cotejar con su ayuntamiento la ubicación con detalle. En Elche, donde la urbanización Arenales del Sol copa su litoral, se han construido 1.135 casas desde el crack. Este año, el 78% de la obra nueva en el municipio se ha concentrado en la macrourbanización, según su nuevo edil de Urbanismo, Jose Manuel Sánchez. Dos municipios de litoral han anunciado este verano su intención de desbloquear importantes planes urbanísticos que estaban atascados. El Murtal, en Benidorm, con 3.000 viviendas, y La Albufereta, en la capital, con 1.500 casas.

La construcción alicantina se está recuperando, pero reproduce viejos patrones y concentra su actividad en zonas turísticas de forma tan mayoritaria que invita a observar sus progresos con más cautela que entusiasmo.

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