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Viernes: de día fuerte a víspera de sábado

El cambio de hábitos y de zona convierte la primera noche del fin de semana en un trámite hasta la jornada principal

La calle San Isidro, con la Rambla al fondo. ERIC CARPE

El último viernes de agosto ya se parecía a los del resto del año. El antiguo día fuerte de fiesta se ha convertido en una mera víspera de sábado en la que los mayores se reservan y los más jóvenes se reparten las antiguas zonas de marcha del Barrio y el Puerto.

Es la una y media de una noche floja, pero las terrazas de Castaños están llenas y desde el salón de Luis Santamaría se escucha perfectamente el murmullo de la calle aún con las ventanas cerradas. «Hoy la gente se está volviendo de vacaciones; espérate a mañana (por ayer), que hacen una fiesta de despedida del verano», señala el abogado de la Asociación de Vecinos del Centro Tradicional de Alicante. Afuera, los famosos veladores llenos, pero sin excesivo tránsito lateral.

Sobre ellos, algunos pisos en venta. «La gente se marcha, pero no se vende ni un primero. La norma está siendo estos años que los pisos se deprecian un tercio y los locales para hostelería se alquilan tres veces más caros», cuenta este afectado por el ruido. Él y otras 400 familias del centro se sienten completamente invadidos por la moda de salir en el centro y las terrazas.

El «paseo de perfil» entre las mesas y las paredes de los edificios que el monocultivo de los veladores ha provocado en algunos puntos de la ciudad y en otros puntos de la provincia como Torrevieja, Elche o Sant Joan -con un 80% de veladores fuera de normativa- se dará el sábado, el verdadero día de marcha de esta provincia.

Muchos temen que el edil de Urbanismo, Miguel Ángel Pavón, acabe con el negocio. Él asegura que su propósito es sólo aplicar la ordenanza y tratar de contener el avance de las terrazas sin medidas más drásticas. No niega Pavón que el volumen de los veladores deberá «reducirse a un tercio o a la mitad» de lo que hay.

Mientras un joven echa un vistazo a la hoja para recoger firmas en contra del plan del edil de recortar el tamaño de la hostelería en esta calle que le dejan en la barra de un pub, una pareja de Policía atraviesa el cruce de La Historia, en calma. El encargado del Nic, el pub más antiguo de la zona con más de 11 años de antigüedad en Castaños, termina de recoger la terraza. A ellos sigue yendo su cliente premium, pero espera que no se marchen en busca de otro sitio más exclusivo. «Empiezan a verse chavales que vienen de hacer botellón en las calles de al lado», cuenta. También recuerda escenas como la de los dos jóvenes teniendo sexo en un portal a plena luz del día no hace mucho.

Desde las asociaciones de hosteleros APEHA y ALROA se quiere transmitir a la ciudadanía una imagen de ocio selecto y sostenible. «Esto es un producto cuidado. Todos tenemos doble puerta, control de sonido... Damos personalidad a los locales y cuidamos la clientela» cuenta otro encargado desde las calles hacia las que se expande la nueva zona de Castaños.

La plaza de San Cristóbal ya ha recogido sus terrazas. Un joven camarero reconoce que «a veces» el número de mesas y sillas puede ser mayor que el que les corresponde. «Qué haces, este negocio es muy irregular», lamenta. En el cruce de Labradores con San Isidro, los turistas beben con alegría dando paso al Barrio, una zona más bien degradada en su parte profunda donde ya hay pubs-botellódromo y copas por menos de tres euros.

Empieza el éxodo hacia el Puerto, donde una barrera de relaciones públicas que apenas supera la veintena capta a los chicos para sus discotecas. En pocas horas empezará el verdadero fin de semana.

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