Es un libro abierto, como los que devoraba en su juventud de madrugada a escondidas de su madre, y lleva los recuerdos en la mirada. Fe Rovira Coloma, la veterana de una familia alicantina de cinco generaciones, acaba de cumplir 100 años rodeada de los suyos, que escuchan con cariño sus relatos sobre cómo era ese Alicante que desapareció para siempre.

De su ciudad pasada no habla con nostalgia, tan sólo de su querido San Antón, en el que nació en 1915 y en el que vivió en una casa grande puesto que fueron 19 hermanos, ella la pequeña. Su padre, que trabajaba en la Fábrica de Tabacos, enviudó y se casó en segundas nupcias con su madre.

«En San Antón antes todo eran cigarreras o empleados de la fábrica. Ahora está abandonado, no hay comercios, sólo viejos y forasteros», afirma. Sin embargo, Alicante en general le gusta más ahora. «Ha cambiado mucho y muy rápido. Antes era mucho más pequeño. El Puerto no estaba, en la playa de San Juan sólo había dos casitas, en la Albufereta se veían oliveras en lugar de edificios, la Rambla era como la de Barcelona, y vi construir el Mercado Central y el Hospital General. Apenas había tráfico pero me gusta más ahora».

También prefiere la vida de hoy. «Ahora se vive mejor que antes. De pequeña éramos muchos hermanos, y la guerra y la posguerra fueron muy crueles». Pero también ve cosas negativas, sobre todo la violencia machista contra las mujeres y los atentados y crímenes en nombre del estado islámico, «algo inhumano». Y también quisiera un Alicante próspero. «Un partido sólo hace lo que quiere pero cuando mandan varios tampoco es bueno», dijo sobre el tripartito una centenaria en plenas facultades y que vive sola en su casa, ya que se defiende con el andador de la artrosis que padece. «Y me ducho yo sola», afirma con coquetería.