«Beatriz es ante todo una niña transexual feliz». La madre de esta niña de 12 años quiere que todo el mundo sepa, que en su entorno todo se vive de una manera natural. «Cuando a la gente le explicas las cosas con naturalidad, se acepta y se vive con normalidad», señala Encarnación González. Con apenas dos años, Beatriz ya empezó a demostrar que el sexo que sentía no concordaba con su físico. Después de llevar años con una doble vida, la familia de esta menor le permitió a los 10 años expresarse como realmente se sentía. Desde entonces acude al instituto como una niña más, con su melena y sus vestidos. «Beatriz es respetada por su familia, amigos, profesores y todo su entorno, lo que ha mejorado su calidad de vida», sostiene su madre. Para esta vecina de Elda, «hay estudios que demuestran que el sexo reside en el cerebro y no en los genitales y hay un porcentaje de personas que no se identifican con el sexo que les fue asignado al nacer». Eso no significa, añade, «que estén enfermas, simplemente forman parte de la diversidad humana».
En este sentido, cree que la sociedad «está preparada para aceptar la diversidad en animales, plantas, rocas... pero no para aceptar la diversidad en seres humanos». Beatriz «es tan niña como las demás».
