Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Emblemática pero descuidada

Las grietas y las pintadas y orines en los ficus deslucen la plaza más fotografiada de Alicante

«Deberían cuidarla más. Nosotros mismos echamos a las plantas el agua del aire acondicionado», explicaba ayer una vendedora de Miró, uno de los comercios de la plaza alicantina de Gabriel Miró. Porque el riego parece insuficiente ante el fuerte calor, y algunas de las nuevas especies de flores y arbustos que el Ayuntamiento sembró el pasado año en los parterres dentro de la rehabilitación de los jardines que tanto reclamaron vecinos y comerciantes amarillean o están secas.

Es sólo uno de los signos de descuido de esta emblemática plazadescuido , visible también en los ficus centenarios que se realzaron con iluminación nocturna, que están llenos de pintadas y de suciedad, incluso de orines de personas que van allí a miccionar. El busto del escritor Gabriel Miró está estropeado, hay charcos en los rincones y la fuente de La Aguadora, restaurada en 2008 coincidiendo con el 110 aniversario de la llegada del agua corriente a Alicante, presenta grietas, además de óxido y suciedad a causa de los excrementos de palomas, y en general el monumento parece deteriorado. El césped que hace unos meses se sembró alrededor presenta muchas calvas.

Las jardineras de las escalinatas están secas y sucias, y los escalones siguen presentando rotos y restos de los pegotes de cemento blanco que se echó en la restauración.

Pese a las quejas de vecinos y comerciantes por el deficiente mantenimiento que realiza el Ayuntamiento, decenas de turistas acuden cada día a esta plaza, la más fotografiada de Alicante, y después se sientan en los veladores, que el concejal de Ocupación de Vía Pública, Miguel Ángel Pavón, quiere restringir sobre todo en la «zona noble» de la plaza. Los restauradores no entienden que el tripartito les «atosigue» con el recorte de mesas en una zona que hace una década estaba muy degradada, con problemas de prostitución, y que comenzó a resurgir en 2005 con la instalación de la sede del Colegio de Arquitectos. Un proceso de rehabilitación que empujó a la instalación de nuevos negocios, sobre todo de restauración.

«Cuando llegamos, hace 10 años, la plaza estaba llena de drogadictos y prostitutas, y al número 2 de Al Qaeda lo cogieron aquí. Hemos logrado que vengan buenos clientes y familias. En comparación con eso, está estupenda, la cuidamos y mimamos, pero si no nos dejan seguir con las terrazas los empresarios cerraremos», apuntó María Luisa Rivera, de La Sastrería, pionera en la plaza junto al bar Correos, incluso anterior, cuya propietaria recordó que cuando abrió «me rompieron los cristales y me amenazaron de muerte».

Los hosteleros creen que la plaza debería potenciarse más. «Queremos levantar esta zona, y no somos tardeo, no hacemos ruido, no pueden meternos a todos en el mismo saco». Es tal la paz que viven, que les parece suficiente la presencia policial y no se quejan de los sin techo que deambulan por allí, cuyos perros se bañan en la fuente, porque no dan problemas.

En otro local, Los Mejillones, creen que la eliminación de veladores degradaría de nuevo el enclave. Por ello, piden que se mejore el mantenimiento y se repare una arqueta rota en la misma plaza que, afirman, han denunciado sin éxito al Ayuntamiento. Han tenido que taparla ellos para evitar caídas de clientes. Otra queja es la altura del bordillo de la acera de enfrente, donde ha habido varios lesionados, entre ellos un empleado del bar que se cayó con la bandeja.

Compartir el artículo

stats