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De las sangrías a las agujas desechables

El Colegio de Enfermería de Alicante guarda 2.500 piezas donadas de la profesión

De las sangrías a las agujas desechables pilar cortés

Se utilizaba una misma aguja para pinchar a decenas de pacientes y se practicaban sangrías... Este año se cumple un siglo de la aprobación del primer plan de estudios de enfermería. Mucho ha cambiado la historia de esta profesión y en el Colegio de Enfermería se puede hacer un recorrido por la misma, a través de las 2.500 piezas históricas reunidas a través de la Fundación José Llopis. Todas han sido donadas por particulares de manera desinteresada.

El 7 de mayo de 1915 se aprobó mediante Real Orden, publicada en la Gaceta de Madrid el 21 de mayo de ese mismo año, «el programa de los conocimientos que son necesarios para habilitar de enfermeras a las que lo soliciten, pertenecientes o no a comunidades religiosas». Las Siervas de María, «Ministras de los Enfermos» fueron las primeras que lo solicitaron.

Y es que, por aquel entonces, «la profesión de enfermera estaba muy vinculada a las religiosas, que eran quienes prestaban los cuidados a los enfermos en los hospitales», señala José Antonio Ávila, presidente del Consejo de Enfermería de la Comunidad Valenciana.

En las vitrinas del Colegio de Enfermería se exponen piezas curiosas como «estufas de Poupinel», una especie de «caja fuerte» utilizada para esterilizar el material. O máquinas para anestesiar «que se llenaban de éter y eran sostenidas por los enfermeros, pese a que pesaban cuatro kilos, mientras éstos controlaban las constantes vitales del paciente». Sondas vesiculares para orinar hechas de metal o ventosas para practicar sangrías dan buena muestra de cómo la profesión ha ido cambiando con el paso de los años. Algunas de estas piezas son el testimonio de prácticas que ya han caído en el olvido, como las sangrías. «Con una lanceta y unas ventosas se llevaba a cabo esta práctica para aliviar el exceso de sangre en el aparato circulatorio, por ejemplo en personas con hipertensión», explica José Antonio Ávila.

La aparición del material desechable también supuso un antes y un después en la profesión «y es que antes, por ejemplo, se utilizaban las mismas agujas para pinchar a decenas de pacientes». En este sentido, las agujas «únicamente se hervían y al agua se le echaba un chorro de vinagre para evitar los daños de la cal». También los paños se reutilizaban, como lo atestigua un aparato para su esterilización expuesto en el Colegio de Enfermería.

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