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A Pie de Calle

Cuando diez son multitud

Stop Desahucios detecta hasta 60 viviendas en la ciudad de Alicante ocupadas por más de una familia, la mayoría de ellas en la zona norte

Antonio muestra sus pertenencias y a la derecha la cocina, con la nevera medio vacía. jose navarro

Hay turnos para ducharse, para comer y para ir al servicios. Duermen hasta cinco personas en una misma habitación y tanto roce, en lugar de cariño, hace que salten chispas continuamente y que la convivencia se vuelva insoportable. Es la situación que se vive en lo que Stop Desahucios llama pisos patera, viviendas ocupadas por más de una unidad familiar y en las que llegan a compartir techo hasta 16 personas. En la ciudad de Alicante la plataforma ha detectado cerca de 60, la mayoría en la zona norte y ocupadas por familias que llevan años esperando una vivienda social.

Casos como el de Antonio Navarro. En una pequeña vivienda de la Bola de Oro residen él con sus dos hijos, su madre, su hermano con su mujer y sus cuatro niños. Diez personas para un espacio claramente insuficiente. «Hay días en los que me dan las cinco de la tarde sin poder comer o me paso media hora en el pasillo, con la toalla al hombro, y esperando a que quede el baño libre porque todas las zonas comunes de la casa las usamos por turnos».

Este hacinamiento provoca «que estemos constantemente discutiendo porque cada uno necesitamos nuestro propio espacio». Uno de sus hijos está ahora en un centro de menores y Navarro no tiene ninguna duda de que sus problema vienen derivados de la situación que se vive en casa desde hace años. «Yo estoy atravesando por una depresión y en tratamiento psiquiátrico, pero la trabajadora social me dice que no se puede hacer nada». Toda su rutina en casa se reduce a un solo dormitorio. «Allí como, duermo y paso el día porque mi hermano y su familia se han quedado con el salón, que es más grande, y otra de las habitaciones la hemos tenido que emplear para guardar todas nuestras pertenencias, que son muchas». La vivienda en la que residen se la concedió hace años el antiguo Instituto de la Vivienda a su madre en régimen de alquiler y por ella pagan 80 euros mensuales. Antonio Navarro también solicitó una casa para poder marcharse con sus hijos, «pero después de estar años esperando me cansé y no volví a renovar la solicitud». Desde que él perdiera su trabajo en la obra, esta extensa familia no percibe ningún tipo de ingresos, ni pensiones ni subsidios. «Los vecinos le dan a mi madre algo de comida y pedimos limosna a las puertas de los supermercados para poder ir tirando».

En el barrio de Carolinas se encuentra la vivienda que María -nombre ficticio- comparte con otras nueve personas, aunque pronto serán diez, cuando su cuñada de a luz. Ella y su marido duermen en una habitación con sus tres hijos. Su suegra, su suegro, su cuñado, su cuñada, el marido de está y el niño que está en camino... demasiados para un piso al que le faltan metros. «Imagínate nuestro día a día con un baño sólo para diez personas. Yo hay mañanas que cojo la puerta y me marcho a la calle hasta por la noche para no estar todos aquí metidos», explica María. Esta joven asegura que hace siete años que echó la solicitud para acceder a una vivienda de alquiler social, y aunque cada dos años la renueva, «siempre me dicen lo mismo, que no hay casas disponibles».

Celeste Doello, portavoz de Stop Desahucios alerta de que los casos que ellos tienen contabilizados «son sólo la punta del iceberg» y sostiene que este tipo de viviendas «demuestran que las personas pueden aguantar hasta niveles inimaginables». La gente, añade Doello, «piensa que las viviendas pateras son cosa de otros países, pero las tenemos mucho más cerca de lo que pensamos».

La plataforma ha reubicado a algunas de las personas que residen en este tipo de viviendas en los pisos propiedad de los bancos que tienen ocupados por toda la ciudad, «pero es una medida claramente insuficiente».

Aunque desde la nueva corporación de gobierno «hay voluntad de trabajar», Doello sostiene que «son demasiados los casos que se acumulan, después de tantos años de mirar hacia otro lado por parte del anterior Ayuntamiento».

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