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Trabajo y familia

Las mentiras de la conciliación

Horarios escolares y de trabajo que no coinciden, falta de recursos públicos y una crisis que ha sesgado servicios y ha dejado en papel mojado promesas electorales

Una mujer trabaja frente a un ordenador. información

Cristina y su marido comienzan trabajar a las 8 de la mañana y sus oficinas se encuentra a media hora de su casa en coche, por lo que tienen que pagar cada día a una chica para que se encargue de llevar a sus hijos a la parada de autobús porque el colegio comienza a las 9. María trabaja a jornada partida y apenas saca dos horas al día, y no seguidas, para estar con su hija. Y es que la tan ansiada conciliación entre vida familiar y laboral se puede resumir actualmente en dos términos: dinero, el que necesitan muchas familias para pagar a chicas, academias y actividades extraescolares en las que apuntar a sus hijos mientras acaba la jornada laboral y tiempo, el que falta para que ambos mundos, el de la familia y el del trabajo, puedan ir en consonancia en una sociedad más preocupada por producir que por conciliar. La conciliación es una carrera de fondo en la que, para empezar, sólo corren las mujeres. «Vivimos en una sociedad patriarcal en la que, por el hecho de ser mujeres, parece que nosotras nos debemos ocupar del cuidado de los hijos», explica Yolanda Díaz, secretaria de Igualdad del sindicato UGT en Alicante.

Y mientras el término corresponsabilidad trata de ganar terreno al de conciliación, las cifras se empeñan en demostrar que la realidad cambia a paso de caracol. Y es que el 96% de las excedencias por el cuidado de hijos en la provincia las solicitan las mujeres y en paralelo han caído en los últimos años un 11% las prestaciones de paternidad. Además, la contratación con carácter indefinido en las mujeres, explica Díaz, «ha aumentado en estos dos últimos años en 1.710 contratos más a jornada completa (20.57%) y 2.547 contratos más a jornada parcial (27,37%). Hay que señalar que dentro de la contratación indefinida, la dedicada a tiempo parcial, tiene rostro femenino». La mayoría de mujeres que optan por un contrato a tiempo parcial lo hace, según las estadísticas, para dedicarse al cuidado de sus hijos o familiares dependientes. Una situación que a la larga tiene repercusiones. «En un futuro próximo vamos a tener una generación de mujeres con unas pensiones de jubilación muy bajas pese a que han trabajado muchos años», sostiene María Candelas, responsable de la Secretaría de Igualdad de CC OO.

Por eso, expertos como Natalia Papí, profesora de la UA, reclaman que las políticas que se pongan en marcha en pro de la conciliación y la corresponsabilidad tengan en cuenta la igualdad de oportunidad entre hombres y mujeres. «Con este tipo de medidas (también otras reducciones de jornada o excedencias) se pierde poder adquisitivo y oportunidades de promoción. Si se fomentan sin realizar ninguna otra intervención, repercutirán negativamente en las oportunidades de acceso a los recursos económicos de ellas».

Pero, ¿cuál sería el trabajo perfecto desde el punto de vista de la conciliación? Mar Esquembre, miembro de la Plataforma Feminista de Alicante, lo tiene claro. «Aquel en el que el tiempo productivo y reproductivo estén equilibrados. Ahora dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a producir». Para llegar a esta situación ideal «hay que darle la vuelta a la sociedad actual como si de un calcetín se tratara». En ciudades de servicios como Alicante esta aspiración parece todavía más una quimera. «En este sector imperan los trabajos a jornada partida. Además, la mayoría de empresas de la provincia son Pymes, por lo que no están obligadas a tener planes de igualdad», explica María Candelas. Para la responsable de CC OO, «en Alicante son muy pocas las empresas que sean ejemplares en el terreno de la corresponsabilidad y la conciliación».

De forma paralela, las carencias en recursos públicos como guarderías son abismales y en muchas ocasiones los horarios laborales y los escolares no casan. En este sentido, los sindicatos lamentan que la jornada continua que se plantea en muchos centros escolares se lo pondrá todavía más difícil a los padres que trabajan a jornada partida.

Y si las dificultades eran pocas, la crisis no ha contribuido precisamente a que mejore la situación. «Parte de los recursos de la Ley de la Dependencia han desaparecido y muchas mujeres no han tenido más remedio que renunciar a sus empleos para cuidar de sus familiares dependientes», sostiene Yolanda Díaz.

También al amparo de la crisis, algunas de las leyes que prometían que esta situación cambiara se han quedado por el camino. «El Gobierno prometió que en 2013 ampliaría el permiso de paternidad a 4 semanas y no lo ha cumplido». En los últimos años también han desaparecido medidas concretas, como la de bonificar a los empresarios que vuelvan a contratar a un trabajador en excedencia tras un permiso de paternidad.

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