La huelga de autobuses nocturnos metropolitanos está viviendo su segundo fin de semana con la línea que va a San Vicente del Raspeig como servicios mínimos, sin visos de que el conflicto vaya a resolverse a corto plazo. En un principio estaba previsto que estas dos noches circulara la línea 21N, que comunica Alicante y El Campello, pero el comité de empresa decidió el viernes cambiarla por la 24N, que siguiendo los planes iniciales de huelga debía prestarse la semana próxima. Según explicaron ayer los representantes de la plantilla, de esta forma se ha querido tener un gesto hacia el Ayuntamiento sanvicentero por su voluntad a mediar en la negociación entre todas las partes.

Estas fuentes indicaron que el equipo de gobierno de San Vicente es «el único que se ha puesto en contacto con la empresa y con nosotros», además de tratar de interceder ante la Generalitat para que se busque una solución a la huelga. Por ello, tanto en la noche del viernes como anoche funcionó la línea nocturna a esta localidad. No consta que, al menos en la primera jornada, se produjeran incidentes, tal y como señalaron tanto fuentes del comité de empresa como de la propia concesionaria del servicio. Desde La Alcoyana recordaron, además, que el hecho de que la línea 22N, que va a la Playa de San Juan y forma parte de la contrata municipal de Masatusa, preste servicio cada 15 minutos está minimizando en parte los efectos del paro. Precisamente, al hilo de esto, desde CC OO insistieron ayer en considerar que el refuerzo de la línea 22N es «un boicot a la huelga», ya que «no es razonable» que su frecuencia de paso sea superior a la de la misma línea en horario diurno.

Mientras tanto, representantes de la Conselleria de Obras Públicas tienen previsto reunirse el próximo miércoles en Valencia con el comité de empresa, según confirmaron ambas partes ayer. Desde la Conselleria, no obstante, señalaron que será una reunión «informativa» para dar a conocer a los representantes de la plantilla la situación. Por parte del departamento insisten en que se trata de un conflicto entre los trabajadores y la empresa, ciñéndose a que «hay un contrato-programa», mientras que el comité de empresa exige a la Generalitat un papel más activo para atajar la huelga.