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Las recetas de los pensionistas vuelven a hacer crecer el gasto farmacéutico

El importe de los medicamentos dispensados a personas no activas aumenta por primera vez en cuatro años

Actividad en una farmacia de la provincia, en una imagen de archivo. ANTONIO AMORÓS

El gasto farmacéutico producido por las recetas dispensadas a los pensionistas aumentó en 2014 en la provincia por primera vez en cuatro años, tal y como refleja la Memoria del Comité Económico y Social (CES) de la Comunidad Valenciana. Según el documento, se expidieron 23.847.689 recetas a personas que perciben alguna pensión, por un importe que ascendió a 339.479.483 euros. Estas cifras fueron, respectivamente, un 1,42 y un 0,64% superiores a las de 2013, en que se habían dispensado unas 335.000 recetas y se habían gastado unos 2,1 millones de euros menos. En 2010, los datos habían sido de 27.612.454 recetas y un importe cercano a los 460 millones de euros, y desde entonces no habían dejado de bajar.

Por ello, resulta llamativo que el gasto farmacéutico en los pensionistas repunte, aunque el aumento no haya sido elevado y a pesar de que la cifra total de gasto, incluyendo a las personas en situación laboral activa, haya sido algo menor que en 2013 porque el importe de las recetas ha pasado de 98 a 94 millones de euros. Desde 2010 se habían venido aplicando diversas medidas de control, como la prescripción de medicamentos por un periodo reducido de tiempo -al objeto de evitar que sobren y se acaben tirando sin utilizarse- o recetar preferentemente medicamentos genéricos. La entrada en vigor del copago, en 2012, aceleró este proceso, aunque con un efecto más pernicioso, ya que podía darse el caso de que pensionistas con una prestación muy baja no llegaran a comprar toda la medicación que les prescribieran por no poder afrontar el gasto, aunque al poco tiempo les fueran a devolver ese importe.

La presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Alicante, Fe Ballestero, achaca precisamente el repunte del gasto farmacéutico en los pensionistas a la modificación del copago, que en 2013 se rebajó de 30 a 8 euros mensuales. Ahora, explica, el paciente «saca todo lo que le hace falta» de la farmacia sin tanto miedo a que el importe sea elevado y le impida después afrontar otras obligaciones económicas. La situación anterior, en cambio, podía suponer un «daño brutal» para quienes tuvieran «bajas pensiones». Con todo, considera que el efecto psicológico producido por el copago continúa, ya que se adquieren los medicamentos «que hacen falta, y los que no, no», porque ha quedado «la mentalidad de que algo cuesta». Esto, a su juicio, puede haber contribuido a que el incremento del gasto no haya sido más elevado.

Ballestero apunta también a otro factor: «Los nuevos parados cuentan como pensionistas» en el caso de la prescripción de medicamentos y la aportación económica por su compra. «Antes pagaban el 40%» del importe del fármaco, y ahora en cambio se rigen por el mismo copago que quienes perciben una pensión. Además, la presidenta de los farmacéuticos alicantinos recuerda que una parte del gasto «se ha desviado a hospitales y centros de salud», ya que hay medicamentos que se dispensan allí. En estos casos, no se trata de una elección del paciente, sino que se les ofrecen los fármacos en las mismas consultas donde se los prescriben.

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