Adrián López, su mujer y su hijo están muy felices con Fadli, un niño saharaui de diez años al que acogen este verano, pero también están desesperados por lograr que algún familiar del niño se pueda trasladar a Alicante desde los campamentos saharauis a tiempo para estar presentes ante la inminente operación a la que será sometido el menor para aliviar con una válvula la hidrocefalia que sufre por un tumor que le presiona el cerebro. Fadli está ingresado desde el 4 de julio y la burocracia de Asuntos Exteriores no permite hasta ahora que sus familiares obtengan el visado. «Si quisiera el ministerio traería a su familiar en 24 horas», dijo López.
«No he visto otro niño más valiente en toda la planta de pediatría», apunta el padre de acogida muy emocionado. A diario se traslada con su mujer y «mi otro hijo. Todos somos una familia ya», desde La Nucía al Hospital General para pasar la tarde con el pequeño y urgen la tramitación del visado para algún familiar de Fadli en este caso el hermano, que ya tiene pasaporte, lo que agiliza algo el proceso para que dé tiempo a llegar antes de la operación quirúrgica.
El informe médico advierte de que la operación de colocación de la válvula es muy delicada y que ésta no puede obstruirse con nada, porque provocaría la muerte del menor. «En la arena del desierto no sobreviviría y su madre está también muy delicada», apunta López, cuya familia se ofrece a quedarse con el menor para que no vuelva a los campamentos saharauis. «También le han detectado un tumor que, aunque es benigno, resulta inoperable porque está situado en el tálamo. Vamos a recaudar fondos para que le puedan tratar con protones».
