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El sexo escondido

Al nacer, S. C. V. fue considerada niño, pero tenía ocultos sus órganos sexuales femeninos. Denuncia que la Seguridad Social le ha dejado de lado.

Fotografía tomada cuando S. C. V. era un niño.

Nació en el pequeño Alcoy de los años 70 y en la partida de nacimiento fue inscrito como un varón. Pero S. C. V., desde sus primeros años de vida se comportó como una chica. La sorpresa llegó cuando a los 12 años en lugar de salirle vello y barba desarrolló pecho y las exploraciones a las que fue sometida mostraron que tenía útero y ovarios. Esta mujer entra dentro de la rara estadística que afirma que el 0,018% de la población nace con genitales intersexuales.

«Yo tenía que haber nacido mujer, pero en el octavo mes de gestación hubo un intercambio de cromosomas. Los genitales no se desarrollaron del todo y al nacer los médicos me tomaron por un varón». Aunque hoy la sanidad pública tiene protocolos muy específicos para detectar y tratar estos casos, la situación hace 40 años, sin la tecnología actual, era muy distinta. Algo que a S. C. V. le ha pesado toda su vida. «De pequeña me insultaban, me pegaban y era el motivo de burla de todo el mundo». Con 25 años «y ante la nula respuesta de la sanidad pública», decide buscar ayuda por la vía privada. «Yo me sentía una mujer al cien por cien, pero como le ocurre a otras muchas personas, había nacido con una discapacidad que había que solucionar». Con este objetivo en la cabeza S. C. V., se sometió a una primera operación de carácter estético en Valencia, «en la que me hicieron la parte externa de la vagina». Sin embargo, el cirujano que llevaba su caso falleció, «y me quedé completamente colgada porque muy pocos médicos están especializados en este tipo de intervenciones».

Años más tarde, «y tras visitar a médicos de todo el país» llegó una segunda operación en Barcelona destinada a construir la parte interna de la vagina, lo que le permitiría por fin llevar la vida que siempre añoró.

Para llevar a cabo esta cirugía, «me quitaron parte del intestino con el objetivo de hacer la vagina, pero la operación fue un desastre al terminar cayendo ésta sobre el suelo pélvico». Desde entonces, sostiene que su vida se ha convertido en un infierno. «Tengo estenosis y prolapso vaginal, lo que me provoca hemorragias constantes y unos dolores tremendos. No puedo trabajar y vivo de la ayuda que me presta Cáritas y otras entidades benéficas».

S. C. V. lamenta que en la Seguridad Social tampoco atienden su caso. «Si fuera un transexual lo tendría mucho más fácil, pero me dicen que no pueden operarme, ni siquiera en La Fe, donde fui derivada para que me vieran los médicos».

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