El casco antiguo de Alicante se impregnó ayer de solemnidad religiosa con motivo de la celebración del Corpus Christi, que se conmemoró con la habitual misa en la concatedral de San Nicolás y la posterior procesión con inicio y final en el templo. La procesión de la custodia del Santísimo Cristo arrancó poco después de las ocho de la tarde, con la compañía este año de los cánticos de las monjas de la Sangre. Las voces de las religiosas se iban escuchando durante el recorrido a través de un sistema de megafonía, al permanecer ellas en clausura en su convento.

La custodia fue escoltada durante el recorrido por miembros de la Federación Alicantina de Moros y Cristianos, entidad escogida este año por la Mayordomía del Corpus Christi para portar la bandera de la ciudad en la procesión. Además, durante el recorrido se fueron interpretando danzas alegóricas que tradicionalmente formaron parte de esta celebración, y que han sido recuperadas en los últimos años. La procesión discurrió hasta la plaza de la Santísima Faz, para luego volver a San Nicolás. Entre los participantes destacaban aproximadamente un centenar de niños que han tomado la Primera Comunión este año.

El mayordomo mayor del Corpus Christi, Francisco Cortés, destacó que esta celebración supone «revivir» una tradición histórica, y que el hecho que discurra con el casco antiguo le otorga aún más solemnidad. Por su parte, el deán de la concatedral, Ramón Egío, incidió en la importancia de recuperar una fiesta que «durmió» durante algunos años. Previo a la procesión se celebró la misa -para la que el Cabildo dispuso 600 sillas-, presidida en esta ocasión por el obispo emérito Rafael Palmero.