Tras 8 años de alcalde de Xixona y 8 antes de concejal, Ferran Verdú se muestra «algo desencantado pero volvería a meterme quizá con más fuerza». Asegura que «lo dejo con la sensación del trabajo bien hecho o bien intentado, aunque el juicio es de todos los jijonencos», y su balance es que «pese a los sinsabores creo que las gratificaciones acaban pesando más». Verdú se confiesa «orgulloso porque entré en un momento en que había mucha desafección a todo lo que parecía la gestión publica y creo que ahora Xixona vive un momento dulce en la participación de los ciudadanos». También porque «logramos que el pueblo se movilizara en contra de las macrourbanizaciones y los campos de golf y el tiempo nos ha dado la razón en cuanto a que menos sigue siendo mas». ¿Lo peor de la política? «Quizá el excesivo tiempo robado a la familia o a los amigos» aunque por contra «me satisface que muchos ciudadanos me sigan llamando Ferran y no alcalde». A sus 47 años volverá a sus clases de matemáticas en la UA.
