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Cierra el Jumillano tras 74 años

El restaurante, un clásico de la gastronomía alicantina abierto en 1941, baja la persiana

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El Jumillano, uno de los restaurantes históricos de Alicante y una referencia para la ciudad, echó ayer la persiana a punto de cumplir sus 75 años de actividad. El motivo del cierre, según Juan José, uno de los hermanos Pérez Mejías propietarios del restaurante es «que nos hemos hecho mayores y nos jubilamos. Llevábamos el restaurante mi hermano Miguel y yo y nuestras mujeres, y la última en jubilarse ha sido mi cuñada con lo que hemos optado por cerrar porque yo ya tengo unos cuantos más de 70 años y mi hermano más de 80». Con todo, Juan José Pérez indicó ayer que «lo más seguro es que se lo queden mis hijos y se vuelva a abrir en poco tiempo, quizá en unos meses, tiempo que aprovecharíamos para hacer una reforma y luego lo podríamos llamar Nuevo Jumillano o algo así. Eso es lo que queremos, y aprovechar así para celebrar nuestro 75 años de historia en Alicante».

Aunque, según afirma Juan José Pérez, no ha sido el motivo del cierre, la crisis también ha afectado al restaurante. «Claro, como a todos los españoles menos a algunos cara duras », señala riendo, para añadir que «sobre todo se ha notado porque se han perdido muchas de las comidas de empresas que teníamos, por ejemplo del Ayuntamiento y de la Diputación». De hecho el establecimiento era un lugar habitual de encuentro de muchos de los políticos alicantinos como el exalcalde Luis Díaz Alperi y el expresidente de la Diputación José Joaquín Ripoll.

Liquidación

De momento, y a falta de esa posible apertura en la que confía Pérez Mejías, el Jumillano ha cerrado, ya ha efectuado la liquidación a sus 12 trabajadores, algunos de los cuales vivían ayer sus últimas horas en el restaurante. «Esperamos abrir en unos meses y ya los jóvenes verán de abrir con gente nueva o si se recupera a alguno de los empleados de antes». Juan José señalaba ayer que, en cualquier caso, le daba mucha pena cerrar las puertas del local y aseguraba emocionarse al recordar toda la historia del establecimiento al que ha estado vinculado durante toda su vida.

«Esto lo abrió mi padre, Francisco Pérez García, en 1941 como un despacho de vino y aceite que traía de Jumilla de donde era él», tardando hasta cuatro días en realizar el viaje con su carro cargado de vino. «Luego mi padre contaba que la gente le pedía un vinito o algo para comer y así se sacó la licencia de bar». El establecimiento en un inicio se llamó Parador Jumillano, aunque, al parecer, tras la creación por parte de Franco de los paradores nacionales, tuvieron que cambiarle el nombre y se quedó solo con El Jumillano.

En su larga trayectoria «ha pasado por aquí todo Alicante y toda la gente que venía de fuera», señala Juan José Pérez Mejías, quien considera que gran parte del éxito del Jumillano durante tantos años «fue lo abierto que siempre ha estado a la gente. Por ejemplo, en los años cincuenta las mujeres no solían entrar a los bares, no estaba bien visto, y sin embargo aquí empezaron a venir muchos matrimonios y a entrar las mujeres sin problemas. Lo hicimos algo normal y la gente estaba como loca hasta que se fue convirtiendo en algo habitual y generalizándose en todos lados, pero al principio fue algo nuevo». Con los años, el local fue modificándose «lo fuimos ampliando y la clientela fue cambiando poco a poco. Hemos tenido clientes muy buenos».

Durante estos 74 años de historia, las propuestas culinaria del restaurante han ido evolucionando aunque, según resalta Pérez Mejías, «hemos destacado por nuestras tapas y comida tradicional y clásica, y siempre hemos mantenido una comida de mercado diario y en base a los productos hacíamos la carta». Destacaban los pescados y mariscos frescos, las verduras de la huerta, las carnes y los postres caseros como punto fuerte de una cocina básicamente mediterránea en la que no faltaban los arroces como buenos alicantinos, las verduras y los platos característicos de Jumilla así como el rabo de toro, tan acorde con la decoración del local inspirada en el ambiente taurino.

Y es que lo primero que llamaba la atención al entrar en el Jumillano eran precisamente los motivos taurinos presentes en decenas de fotografías y carteles antiguos de corridas y su colección de pinturas atesorada durante años por la familia, que hacían del establecimiento uno de los más reconocibles y personales de la ciudad en el que no faltaban los tradicionales jamones colgando, la torre de cerveza y su barca a la entrada con las verduras, frutas y pescados del día a la vista de los clientes.

Ahora, en el momento del cierre, el local, ubicado en el centro de la ciudad, en la calle César Elguezábal, y a un paso del Mercado Central, disponía de tres comedores principales incluyendo una amplia bodega y tres comedores privados con capacidad total para 154 comensales además de unos 40 en la zona de la barra, y seguía manteniendo toda su solera y aire tradicional, llegando a acoger tertulias taurinas sobre todo durante la feria de San Juan.

A lo largo de su trayectoria, El Jumillano ha obtenido diversos premios como el de mejor restaurante de la Comunidad Valenciana en 1989, premio de la Cámara de Comercio de Alicante al establecimiento tradicional en 1991 y medalla de plata al mérito turístico de la Comunidad Valenciana en 1998.

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