«En un paseo acorde con el entorno, con más luz, más limpio. El único pero es que un tono tan clarito puede no ser tan curioso para la hostelería». La opinión de las trabajadoras de Stop and Look, una tienda de souvenirs junto a la Casa Carbonell, era ayer generalizada entre los comerciantes y hosteleros de la Explanada pero también entre los alicantinos que contemplaron el renovado paseo, abierto a los peatones tras dos meses de reforma para eliminar los baches que tenía el pasillo lateral entre la Rambla y la plaza del Mar, y un gasto de 800.000 euros.

El gerente de la heladería Antiu Xixona, Francisco Loyola, dijo que el nuevo suelo es «mucho mejor, más uniforme y bonito, aunque no se puede pulir». La pega, que piensa que puede ser muy sucio: «dependerá de si se ponen cerramientos en las terrazas o no». El encargo del O'Hara, Juanjo Azpillaga, destacó sobre todo que la obra se ha ajustado a los dos meses de plazo y que se aplique la ordenanza para que los veladores se ajusten a las fachadas. Sobre el suelo, su esperanza es «que salga el color ocre del mármol, así no será tan sucio».

Entre los ciudadanos, a Mari Carmen le ha encantado, pero no tanto a su amiga Marisa. «Se verán todos los chicles, las cacas de los perros...Ya no parece la Explanada que sale en las postales. Habría sido mejor que prolongaran las olas del centro del paseo que poner esto tan blanco. Es cargarse la imagen turística de la ciudad», afirmó esta alicantina, que ya echa de menos el mosaico rojo eliminado del lateral. Antonio Payá, por su parte, cree que la Explanada «gana» y propone abrir al tráfico el tramo desde la Rambla hasta Canalejas.

El «blanco que asusta», como señaló un turista argentino, no será tanto porque se irá oscureciendo. Eso es al menos lo que señaló el concejal de Atención, Urbana, Andrés Llorens, que acudió con el alcalde, Miguel Valor, a visitar las obras terminadas. «Éste no es el color definitivo, será más fuerte. Hay que baldearlo varias veces, pasará la hidrolimpiadora, y se notará el cambio con el uso», afirmación corroborada por uno de los técnicos. «El pavimento tiene aún el tono del colado. Cambiará, de hecho su nombre comercial es coto ocre».

Tanto Llorens como Valor destacaron que la reforma era necesaria, «esa zona del paseo más emblemático de Alicante estaba estropeada y tenía riesgo para las personas». Quedan pendientes el punto donde aparecieron los restos de la muralla y el pavimento junto a un edificio en restauración, así como las 15 luminarias tipo led que realzarán el pasillo lateral. Otros alicantinos se preguntan por qué han quitado los columpios y reclaman que se arreglen las bocacalles hacia San Fernando.