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Lydia Chaparro. Bióloga. Coordinadora de Pesca de Ecologistas en Acción

«Cada español come 45 kilos de pescado al año, el doble que la media europea»

Lydia Chaparro presentará el lunes 15 en la sede de Alicante de la Universidad de Alicante la guía «Sin Mala Espina»

«Cada español come 45 kilos de pescado al año, el doble que la media europea»

Lydia Chaparro, barcelonesa, es una de las voces autorizadas a la hora de calibrar el estado de las pesquerías. Con la Navidad a la vuelta de la esquina, advierte de los excesos, tanto para la fauna como para el futuro de la flota.

«Sin Mala Espina. Guía de Consumo responsable de pescado y marisco». ¿De qué hablamos?

La guía pretende informar de los problemas del actual modelo de producción y de gestión pesquera que han conducido a la sobreexplotación de la mayor parte de los productos del mar. Desde Ecologistas en Acción creemos que revertir esta situación está en manos de todas y todos. ¡Apostar por una pesca sostenible y un consumo responsable ya es un gran paso! . Ofrece criterios para las personas que estamos convencidas de que el consumo es una herramienta fundamental para cambiar esta situación.

¿Nos estamos cargando la fauna marina con tanta pesca, o hay recursos todavía para que esta actividad sea sostenible?

Llevamos años en los que el recurso pesquero está disminuyendo. De hecho, estamos ante una crisis ambiental de primer orden y de la cual se habla muy poco. El 26 de junio, la CE advirtió de que casi el 100% de las poblaciones de peces en el Mediterráneo están sobreexplotadas. La situación actual es claramente insostenible. Pero no solo nos encontramos con unos recursos sobreexplotados, sino que algunos segmentos de la flota están sobredimensionadas. Por consiguiente, la rentabilidad económica del sector pesquero es por lo general baja y la pérdida de empleo desgraciadamente va en aumento. Se espera que el número de pescadores decrecerá un 60% en el 2020 respecto a los niveles de 2007

¿Qué entiende por consumo sostenible de pescado?

Algunos de los factores que han propiciado que numerosas poblaciones de peces estén sobreexplotadas han sido el aumento de la capacidad de pesca de las flotas, los avances tecnológicos, una prácticas pesqueras destructivas, una gestión inadecuada e ineficiente de los recursos, acompañado por una demanda de productos pesqueros cada vez más elevada. En España, el consumo de pescado y marisco está en 45 kilos por persona y año. Una cifra altísima que supera el consumo medio mundial en un 128%, y el consumo de la UE en un 101%.

¿Cuáles son las especies más amenazadas?

Desgraciadamente hay muchas, pero cuando hablamos de sobreexplotación pesquera no significa que la especie en cuestión está amenazada de extinción globalmente, sino que estamos extrayendo más pescado del que deberíamos y no dejamos tiempo a la población para regenerase. Lo que provoca desequilibrios en el ecosistema marino y una pérdida de rentabilidad económica.

Cíteme algunas

Sobreexplotadas están la dorada, lenguado, merluza, salmonetes, boquerón, sardina, besugo, corvina, rape, peces planos como el rodaballo o la platija, pez espada y atún rojo, pulpo, langosta, cigala... algunas de estas especies han llegado a desaparecer en algunas zonas. El salmón y el mero están en peligro de extinción.

Dicen que los besugos se habían agotado ¿Por qué aparecen siempre por Navidad?

Con respecto al besugo en algunas zonas se considera incluso una especie agotada por lo que no hay que consumir. Especialmente cuando se venden bajo el nombre de besuguitos, panchos o panchitos, pues corresponden a ejemplares inmaduros. Pero, de hecho, lo más habitual es encontrar en nuestros comercios productos que proceden de mares lejanos. Así pues, especialmente en navidades cuando nuestro consumo aumenta y la producción nacional es más es baja, es cuando nuestro consumo se vuelve más insostenible. Debemos hacer las compras con antelación y si es posible congelar. Nuestros bolsillos nos lo agradecerán, eligiendo siempre productos de temporada y proximidad.

¿La acuicultura es una buena solución?

La acuicultura es como la pesca. Es muy diversa y hay muchos tipos diferentes. Algunas son granjas intensivas que provocan graves impactos ambientales y sociales, y por tanto debilitan aún más el medio marino y la pesca, como la acuicultura de langostinos en países tropicales, o el cultivo de salmón en Chile o Noruega. En el Mediterráneo, por ejemplo, la joya de la insostenibilidad son las granjas de engorde de atún rojo.

Como experta. Si se sigue con este ritmo de pesca intensiva. ¿Cuánto nos queda?

El documental titulado "Un Mundo Sin Peces" predice que en el año 2048 nos quedaremos sin peces por causa de la sobrexplotación en nuestros mares. La verdad, es que si la situación no cambia, ir a pescar será cada vez más difícil y caro, y además es previsible que el pescado y marisco se acabe convirtiendo en un producto de lujo al alcance de unos pocos. Ahora bien, somos muchos, no solo ecologistas, sino también muchos pescadores, científicos y numerosos colectivos de la sociedad civil que trabajamos precisamente para que esto no suceda. Simplemente creemos que un cambio de gestión es posible, y que la pesca tiene futuro si las cosas se hacen bien. Por otro lado, aunque la pesca es un factor importante a tener en cuenta, no es la única actividad que afecta negativamente al medio marino. Otros factores como el cambio climático, la contaminación o las especies invasoras son ya una realidad en el Mediterráneo y contribuyen muy negativamente a la degradación ambiental. Si a estos factores le sumamos los numerosos impactos que pueden generar las prospecciones petrolíferas en el medio marino, es previsible que el sector pesquero tenga un futuro muy negro. La clave para que esto no suceda son unas buenas políticas ambientales, una correcta gestión pesquera, y obviamente, decisiones políticas coherentes que protejan especialmente a la pesca artesanal y al resto de modalidades pesqueras de bajo impacto ambiental y que generan pocos descartes.

¿Qué opina de las campañas institucionales para no capturar pescado alevin?

Durante muchos años hemos escuchado el eslogan de "pezqueñines no gracias", y es ampliamente reconocido que para conservar una especie es necesario no pescar ni consumir los especímenes que todavía no han llegado a la madurez sexual. Pero, desgraciadamente, solo hace falta ir a los comercios para darse cuenta de que el consumo de inmaduros continúa estando al orden del día. Por ejemplo, no resulta extraño encontrar en nuestros mercados a un gran número de bogavantes hembras ovadas (con todos sus huevos adheridos al cuerpo) listas para la venta, así como ejemplares inferiores a la talla de primera madurez. Pero no solo continuamos pescando inmaduros, sino que también los consumimos.

¿Funcionan las reservas marinas como la de la isla de Tabarca?

Cualquier reserva marina bien gestionada, que tenga un buen seguimiento y control, funciona. Ahora bien, en el Estado -y en el resto del mundo-, tenemos muchísimos ejemplos de reservas marinas que no están bien gestionadas ni suficientemente protegidas, por lo que no pueden cumplir con la funciones por las cuales se declararon. Es bien conocido que una reserva marina en buen estado de conservación ofrece un aumento de la biodiversidad y de la biomasa, y entre muchos otros servicios permite regenerar las zonas adyacentes. Además, en muy poco tiempo beneficia a la propia actividad pesquera. El problema general es que la superficie actualmente protegida es ridícula. Estamos en torno al 1%, muy lejos del 20% deseable, y no sólo es extremadamente necesario aumentar las zonas protegidas, sino que es necesario asegurar que en todos los niveles se cumple con las normativas existentes. Incluyendo la actividad pesquera (tanto profesional como recreativa), pero también los intermediarios, comercios o restaurantes. Pero existen numerosos otros impactos sobre el medio marino que no se solucionarán con la creación de más reservas marinas, como por ejemplo la contaminación, el cambio climático, las especies invasoras, las regeneraciones de playas, las prospecciones petrolíferas, etc. La única solución al problema global que afecta a los océanos -y en especial al Mediterráneo- es sobre todo responsabilidad política. Necesitamos urgentemente una correcta gestión y una legislación ambiental coherente con los recursos disponibles. Por todos estos motivos, al menos a lo que consumo se refiere, des de Ecologistas en Acción animamos a todas y todos los consumidores a disminuir nuestro consumo y elegir los productos frescos y de temporada que estén correctamente etiquetados, a diversificar al máximo para disminuir la presión sobre las especies más populares y elegir, cuando sea posible, los ejemplares capturados por las pesquerías más selectivas de nuestro litoral.

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