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La plaza de los remiendos

Vecinos denuncian el resultado de las obras en Gabriel Miró, con pronunciados bordillos, alcorques llenos de escombros, pegotes de cemento y un «retal» de madera que rompe la continuidad del pavimento

Tarima de madera en uno de los extremos de la plaza PILAR CORTÉS

Boquiabiertos e indignados se han quedado los vecinos del Centro Tradicional al ver el resultado de las últimas obras acometidas por el Ayuntamiento de Alicante en la plaza de Gabriel Miró. Lo que se planteaba como una actuación para mejorar uno de los espacios públicos más emblemáticos e históricos de la ciudad y frenar su deterioro ha resultado ser el enésimo remiendo de esta plaza. Pegotes de color crema para unir los escalones de piedra, restos de cemento sobre el pavimento, nuevos bordillos grises de aristas muy marcadas, alcorques con diferentes formas, mal acabados y repletos de material de obra o una tarima de madera en una esquina de la plaza que rompe la continuidad del pavimento.

Eso es lo que descubrieron los vecinos cuando hace unos días se retiraron las vallas que desde hace tres semanas parapetaban la plaza. «Además, han desplazado elementos existentes, como los maceteros de los años 20 diseñados por el arquitecto Juan Vidal, y han causado grietas y roturas en ellos», advierte el catedrático de Urbanismo de la Universidad de Alicante y representante de la asociación de vecinos, José Ramón Navarro Vera.

Las obras, adjudicadas por 83.000 euros, arrancaron a mediados de noviembre. Desde el área de Atención Urbana explicaron entonces que se dividirían en dos fases para tratar de evitar que los trabajos interfiriesen en la actividad comercial de este espacio durante Navidad. La primera de las fases contemplaba la elevación de bordillos en parterres y alcorques así como las intervenciones en el pavimento. Entre ellas, la actuación sobre una zona levantada por las raíces de los ficus en la que se ha colocado tarima de madera. La finalidad de esto último es, según apuntó Llorens, es proteger las raíces. También se contemplaba la limpieza de los muros de piedra con agua a presión. Esta fase acabó la semana pasada, cuando la plaza quedó expedita de vallas. El proyecto se reanudará el 7 de enero para la renovación de las zonas verdes con nuevos ejemplares.

El resultado de esa primera fase -ayer quedaba un operario realizando últimos retoques-no ha gustado a los vecinos, que hubieran preferido que los antiguos bordillos de piedra se recuperaran y realzaran. Al respecto, la presidenta de la asociación vecinal, Alcázar Moreno, se pregunta «¿dónde están los bloques de piedra que se han retirado?».

La indignación entre los vecinos crece al ver este nuevo «remiendo» en la plaza. Recuerdan que no es el único y que las diferentes actuaciones que se han venido realizando a lo largo de los años han ido restándole identidad. Comenzando por la reforma que se acometió hace un par de décadas, cuando se levantó el nivel de la calle San Fernando dejando a ras de suelo los bancos de piedra y eliminando una tercera parte de los históricos maceteros, como recuerda Navarro Vera. Las «chapuzas», como las califica, se han ido sucediendo con el paso del tiempo y muestra evidente de ello son los parches de cemento de diferentes tonos con los que se han soldado las piezas de piedra del perímetro de este espacio público. «Esta plaza es un símbolo de la ciudad y lo que necesita no son parches ni actuaciones sin rigor que han resultado ser bastante desafortunadas», lamenta Navarro Vera, quien exige una «rehabilitación integral y pensada» de este espacio público.

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