Ha venido a Alicante a hablar del papel de la mujer en el periodismo.
Sí, pero para ello hay que hablar del papel de la mujer en el mundo. La mujer en todas partes está reprimida, oprimida y discriminada pero en todas partes también es el sostén y la columna de la sociedad. Si hay igualdad es en la desigualdad. Evidentemente, no es lo mismo en Afganistán que aquí, pero mientras que en el sur, o en lo que llamamos el tercer mundo, lo que se les quiere hacer creer es que no pueden hacer nada, en el norte se nos quiere hacer creer que ya está todo hecho, y no es verdad. En el periodismo, por ejemplo, es obvio que hemos entrado en las redacciones, hay muchas mujeres en las facultades, muchas mujeres cubriendo conflictos por ejemplo en Pakistán la mayoría de los jefes de equipo de las televisiones importantes que yo he visto eran mujeres, pero no se pasa de los cargos intermedios. Hay mucha tropa femenina pero poco mando.
¿Y cómo cambiamos esto?
Hay que conseguir que se valore la paridad y la igualdad. Que independientemente del género se valore el talento. Una sociedad igualitaria no se va a conseguir si los medios no transmiten una imagen igualitaria. Las mujeres aparecen menos en las informaciones, se busca mucho experto y poca experta, la información y el entretenimiento es androcéntrico, muy masculinizado. Hay que tener cuidado en la utilización del lenguaje y las series que van dirigidas a jóvenes y siguen perpetuando a la mujer sumisa.
Usted ha criticado con frecuencia que se prime en televisión la belleza y la juventud de las presentadoras.
Es que hay un culto a la juventud y la belleza por encima de otras valoraciones. Es muy injusto que una mujer que vale y tiene talento tenga también que ser guapa. En el entretenimiento se puede aceptar que juegue la estética, pero no en la información. Al priorizar lo superficial y lo aparente, se banaliza la imagen de la mujer y pierde peso, influencia y credibilidad como periodista.
¿Las mujeres periodistas ven el mundo de forma diferente a los hombres?
Hay de todo, pero quizá hay una ligera aproximación a la empatía. Confrontamos menos, somos más de consenso y negociación. Hay unas características que en situaciones límite como un conflicto son muy útiles y pueden contribuir a enriquecer o a facilitar los contactos. Por ejemplo, la víctima de una violación se lo va a explicar mejor a una mujer que a un hombre y lo va a transmitir mejor.
¿Cómo ve el periodismo actual?
Creo que se ha perdido la vocación informativa y se ha cambiado por una vocación mercantilista. El objetivo de servicio a la sociedad se ha perdido por el servicio al medio en que se trabaja o, lo que es peor, por favorecer una causa determinada. Hace falta una información honesta y rigurosa al servicio del bien común. Pero no sólo en España; es una tendencia del periodismo mundial que está abandonando su objetivo de servicio.
La precariedad no ayuda...
Por supuesto. Si se trabaja en precario es imposible que se dé un trabajo de calidad, pero el que se permita, demuestra que lo que buscan las empresas en general no es la excelencia. No se potencia y no se pone a disposición del periodista lo que necesita.
¿Cree que las redes sociales e internet van a sustituir al periodismo clásico?
Estamos en un momento de transición total e incertidumbre feroz. Los medios convencionales tendrán que reinventarse. La información, la exclusiva, el impacto del primer momento se lanzará por internet, pero la reflexión y el análisis necesita de los medios habituales. Hay que utilizar la tecnología como herramienta al servicio de los nuevos contenidos y no al revés porque una sociedad que no esté bien informada es muy manipulable.
