La reflexión es del director de las pruebas de Acceso en la Universidad de Alicante, Rafael Chinchilla: «La tecnología nos está sobrepasando». Y desde las aulas se ven obligados a controlar todo tipo de dispositivos.
El uso del móvil se descartó desde un principio, relegándolo a las mochilas, porque ninguna llamada debía interrumpir las pruebas. Y en cuanto se conectaron de forma generalizada a internet tampoco se permitían encendidos en el aula. Ahora le toca el turno a las calculadoras porque las hay «que funcionan como auténticos ordenadores, con pantallas enormes que permiten guardar información en cantidades enormes e intercambiarla por bluetooth».
El debate no ha estado exento de polémica porque los propios profesores enseñan a los alumnos a manejarlas, pero, como subraya José Antonio Reyes, director del departamento de Matemática Aplicada de la UA, el cálculo de matrices que permiten determinadas calculadoras científicas puede sumar puntos al alumno que la emplee porque el resultado correcto suma nota, al margen de que después también haya que desarrollar la deducción del resultado. Es lo mismo que sucede con la representación gráfica de la curva que también ofrecen, por ejemplo
Criterio común
En el departamento de Análisis Matemático, en la Facultad de Ciencias de la UA, Juan Manuel Conde, coincide en que las gráficas que posibilitan las calculadoras científicas invaden la respuesta del alumno y que lo más justo es emplear un criterio común que les iguale a todos ante un mismo examen en el que se juegan tanto.
