La Oficina de Armonización del Mercado Interior presentó ayer una nueva base de datos de «obras huérfanas». Denominación que alude a aquellos libros, películas, artículos de Prensa y otro material creativo protegidos por los derechos de autor, pero cuyo propietario no puede encontrarse. Según la Oami, hay millones de obras huérfanas en bibliotecas, museos, archivos de medios de comunicación públicos y otras instituciones en la UE. La British Library (Biblioteca Nacional Británica), por ejemplo, que posee más de 150 millones de trabajos estima que «cerca del 40% de los trabajos creativos de su colección podrían ser trabajos huérfanos».

Sin embargo, sin el permiso del autor o sus herederos, nadie podrá digitalizar ni divulgar estas obras. Tal prohibición se aplica asimismo a las instituciones culturales, que restringen un acceso público más amplio a una parte considerable de nuestro patrimonio cultural.

La directiva de la UE sobre obras huérfanas1, que entró en vigor al final de 2012, se concibió para resolver este problema mediante la disposición de normas comunes respecto a la digitalización y la exhibición en línea de las obras huérfanas que se hubieran publicado por primera vez en la UE. Con arreglo a la Directiva, las obras identificadas como huérfanas tras una búsqueda diligente sobre su autoría pueden ser utilizadas por las instituciones públicas. Todas las obras huérfanas deben incluirse en una base de datos a escala del conjunto de la UE, cuya creación se encomendó a la Oami.

Las obras, una vez identificadas como huérfanas, son reconocidas como tales en el conjunto de la UE. Esto significa que toda organización cultural que cuente con este tipo de obras en sus archivos podrá digitalizarlas y facilitar el acceso a las mismas en toda la UE. Tales normas constituyen una excepción al derecho de autor y los autores que reconozcan una de sus obras en la base de datos podrán solicitar una modificación de su estado con el fin de recuperar sus derechos sobre la obra en cuestión.