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Mar Cortina, doctora en Educación y psicóloga

«No hay que mentir a un niño sobre la muerte ni siquiera ante un suicidio»

La especialista en Educación Emocional, Mar Cortina. INFORMACIÓN

La psicóloga especialista en Educación Emocional acaba de impartir una conferencia en Orihuela aportando claves para que los niños puedan afrontar la pérdida de un ser querido.

¿Cómo perciben los niños la muerte?

Con más naturalidad que los adultos. Experimentan la pérdida de una mascota o ven que hay gente que muere. Muchos niños con 4 años sobre todo si su infancia es amorosa y tienen las necesidades cubiertas empiezan a pensar que uno de los dos papás se puede ir y, como son investigadores naturales, se preocupan por la muerte. En ocasiones las mamás me han comentado que sus hijos se ponen a llorar pensando en eso y preguntan. Mientras los adultos respondan de una forma natural sin mentir ni ocultar, seguirán adelante. Si lo tratamos como tema tabú y nos lo quitamos de en medio diciendo que es pequeño y que no se preocupe, creamos un misterio y va a seguir investigando pero de forma menos natural.

¿Cómo se explica a un niño de que sus padre y él mismo van a morir algún día?

Creemos que los niños no saben nada, pero no es así. Ellos saben, y lo que no saben lo imaginan o lo fantasean. Si preguntan dónde vamos al morir, seguramente ya lo han imaginado. Como no hay una verdad cierta, hay que considerar la opinión de un niño tan válida como la nuestra. Ellos no tienen las capas culturales que tenemos nosotros. La muerte ahora es un tabú en occidente, pero en otras culturas o en otras épocas no lo era. La visión de la muerte es relativa, cultural y cambiable. Por tanto, a un niño que pregunta a dónde vamos a morir se le puede decir simplemente que no lo sabemos, que hay gente que piensa que se va al cielo, o que nos reencarnamos... y preguntarle: ¿Qué piensas tú? Ellos no esperan una respuesta rotunda y consistente, sólo buscan que no se les desprecie al hacer una pregunta molesta. Hay que explicar las diferentes teorías y transmitirle que lo más importante es lo que piense él.

¿Hay que disimular el dolor de una pérdida ante los niños?

No. Ellos son muy perceptivos. Captan las cosas. No escuchan lo que decimos, sino lo que sentimos. Si ocultas tu dolor lo va a captar y ese va a ser su modelo. Van a pensar que lo correcto es ocultar los sentimientos y no es así. Por eso hay que vivir con la idea de que la muerte es algo normal y sentir tristeza ante una pérdida, también. Debemos entender y transmitir que la muerte está ahí y hay que aprovechar la vida, decir te quiero, ser agradecidos.

¿También hay que explicar al niño que un ser querido va a morir pronto?

Los hechos se exponen de forma tranquila y cercana en la medida en que puedan entender. Hay que hacer cálido ese momento y explicarles por ejemplo que el abuelito está muy enfermo y que vamos a estar junto a él para darle cariño y decirle adiós si se va. Así se le hace partícipe de lo que ocurre en la familia.

¿Y en casos especialmente delicados como un suicidio o un parricidio?

Sí. Hay que decirle la verdad pronto porque la gente es mala y se lo va a decir de una manera escabrosa. Si el papá se ha suicidado hay que decirle que, igual que enferma una pierna, a veces enferma la cabeza y se pierde la razón. Tienen que saberlo porque, si no, se van a enterar por otros de una forma mucho peor. Son cosas que no hay que ocultar.

Muchos nos preguntamos si hay que llevar al niño al tanatorio o al cementerio

Hay que exponerle lo que es un funeral y qué se va a encontrar allí para que se haga una idea y, si desea ir, que vaya, siempre con un adulto cercano por si, en un momento dado, no encuentra lo que imaginaba y se quiere marchar. Hay que preguntarle a él y darle la oportunidad de despedirse. Los ritos de despedida son muy necesarios. Al despedirnos el duelo es más saludable.

En la conferencia que acaba de ofrecer en Orihuela indicaba usted que ante una muerte el niño llora cinco minutos y después sale corriendo a jugar. ¿Lo sufren menos?

Lo viven de otra manera. Inconscientemente saben que la vida es corta. Ellos lo entregan todo en un día. Viven como si se fueran a morir al día siguiente. Cuando quitamos el brillo al día es por las preocupaciones que están en la cabeza. Sin esos pensamientos sentiríamos la pena de la ausencia pero seguiríamos adelante. La tristeza no debe aniquilar nuestra vida. Los niños asumen la ausencia sin perderse las cosas buenas de la vida. Luego en la adolescencia la cosa cambia

¿Cómo afrontan la muerte los adolescentes?

Son más reservados ante la muerte y prefieren no compartirlo. Necesitan ser únicos pero también ser como los demás, por eso gestionan los sentimientos con uno o dos amigos íntimos pero no quieren mostrar su dolor. La idea ante la muerte, con niños a partir de 3 años o adolescentes es de respeto absoluto al chaval y de afrontarla con normalidad.

Pero seguimos intentando que no sufran y mantenemos la fiesta de Navidad por ellos aunque estemos destrozados...

No hay que hacer farsas ni intentar que el nene no se entere de la crisis. Las crisis son importantes porque les hacen crecen emocionalmente. Si no, se convierten en unos enclenques emocionales incapaces de enfrentarse a los fracasos. La vida es pena y alegría. No tenemos derecho a ocultarles una cara de la vida porque, además, se la van a encontrar.

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