En un perfecto castellano, el arzobispo de Lyon abrió la conferencia inaugural de la Semana Social de la Iglesia, un evento que nació en su país en 1904. «Hoy Alicante es totalmente diferente de como era cuándo venía de niño de vacaciones. Como Lyon», dijo.
¿Es complicado evangelizar?
Siempre lo es. Evangelizar es transmitir una palabra que no entiendes, que nos sobrepasa por todas partes. Sé lo que digo pero no cómo lo puede recibir el otro. Eso es la fe, es así desde los apóstoles, los romanos, los griegos, y ahora es un desafío inmenso ante una sociedad nueva en un mundo urbano,y no sólo en Europa. La vida cambia y la Iglesia debe hacerlo porque emana de la sociedad. Como ejemplo, todos los cardenales tienen smartphone.
Usted fue papable. ¿Cómo es el Papa Francisco?
En su momento nadie comparó a Pío XII con Juan XXIII, ni a Benedicto XVI con Juan Pablo II, y Francisco tampoco es un clon de Benedicto. No se puede ser más diferente como son estos dos papas. Eso es libertad, y los católicos tienen su propio camino de libertad.
¿Está rompiendo moldes?
Francisco toca el corazón de la gente. Ha traído alegría a la Iglesia, es sencillez, está con los pobres y los que sufren, hace un bien inmenso. Gusta mucho su manera de comportarse, de vivir, de hablar, rompe con las maneras anteriores. Un misionero en China me dijo que ningún chino le hablaba de Benedicto, y ahora todos le hablan de Francisco. Lo que no quiere decir que vayan a bautizarse...
Estamos en crisis, hay mucha corrupción, ¿por qué?
Crisis ha habido en otros momentos. El problema es que cuidamos nuestra salud y nuestro dinero pero la vida espiritual se olvida y es tremendo. Es el problema de nuestra sociedad porque es una mutilación tremenda del hombre. El dinero siempre ha sido el rey. El Papa combate mucho esa idolatría que excluye a tantas personas. Todo el mundo lo sabe y lo dice pero ¿quién lo hace?
