«Daba gusto ver los desfiles de la hoguera con más de 110 niños, entre ellos mis hijos, que eran pequeños. Era una maravilla ver cómo llenaban la Rambla». Así era la comisión de Tómbola en su 30 aniversario, explica el actual presidente, Juan Antonio Bernabeu, que cogió las riendas hace un año. Corría 2005 y plantaron tanto el monumento principal como el infantil en Primera, obra de Fran Santonja y José Manuel Rives. «Era la hoguera que más niños tenía en Alicante, en una época en la que había trabajo y un boom económico». Los festeros guardan el llibret que prueba aquel esplendor, muy diferente a la situación en que afrontan el 40 aniversario, que celebrarán en 2015 plantando sus dos hogueras en Sexta.

«Estamos sufriendo bastante la crisis. Estas pasadas fiestas éramos 22 comisionados adultos pero nos hemos quedado con 15, se ha ido gente porque sus hijos empezaban la Universidad y es difícil compatibilizarlo con el gasto que supone estar en una comisión. El vecindario tampoco vive muy boyante, aunque buscamos fondos donde sea, pateando la calle vendiendo anuncios y lotería, con rifas y fiestas para intentar sacar dinero». En este momento cuentan con unas 220 cartillas con las que consiguen unos 6.000 euros, prácticamente lo que les cuesta la foguera adulta y eso que concursan en la última categoría. En la época dorada tenían unas 600 cartillas con las que sacaban unos tres millones de pesetas de entonces, que les daban para bastante más, para el triple.

«La colaboración es escasa para lo grande que es el barrio. Este año hemos hecho unas 50 cartulinas más pero no recuperamos los siete comisionados que hemos perdido. El mejor premio para Tómbola sería tener más cartillas, que cobramos a tres euros y medio. Es un distrito muy grande, con diez urbanizaciones con más de 250 viviendas cada una. Nos hemos recorrido todas las porterías y en algunas sólo tenemos 14 fichas. Si todos colaborasen con dos euros al mes podríamos volver a plantar de nuevo en Primera, como antaño. Es lo único que pedimos, aunque sabemos que es complicado».

Tómbola plantó por primera vez en 1976, una foguera de Francisco Granja con el lema «Historias para no dormir». Carmen Ruiz fue la primera belleza y sus damas Maite Morcillo y Pilar Laredo. La comisión infantil se montó dos años después. «La hoguera fue fundada por gente conocida en el barrio, que por entonces se estaba creando. Gente que estaba metida en la asociación de vecinos y en la Sociedad Deportiva, fueron ellos quienes se volcaron y promovieron su fundación», recuerdan.

En esa época apenas había nada en Tómbola. Ni siquiera existía la calle Virgen del Puig, donde plantan sus monumentos. El barrio fue bautizado Tómbola porque las primeras casas de una sola planta las construyó Cáritas y las fue adjudicando por sorteo. Después llegarían los bloques y las urbanizaciones, dando lugar a un distrito «amplísimo».

La hoguera adoptó el curioso nombre del barrio y en uno de sus estandartes aparece un especie de bombo de la suerte. En aquella primera comisión estaba el alcalde de barrio, Francisco Mira Galiana, suegro del actual presidente, que se encargaba de permanecer en contacto con el Ayuntamiento al no existir la asociación de vecinos.

Tómbola nació como una comisión pequeña, tuvo esplendor durante los años 90 y en el arranque de este siglo, y ahora intenta salir adelante con gente joven. Además de los 6.500 euros que recauda en el barrio, se mantiene con las cuotas de los comisionados, 900 euros que pagan de media los adultos al año y 600 los infantiles. «Con el beneficio de lotería, la cantidad es menor pero el barrio está saturado porque todos vendemos, nosotros, la asociación de vecinos, las fiestas patronales, incluso el centro de mayores...».

La mayor parte de sus ingresos es para los monumentos, diez mil euros entre los dos para concursar y recibir la subvención municipal. Como no pueden mejorarlos han optado por aumentar los pasacalles de Hogueras a nueve para dejarse ver en el barrio y ganarse su confianza. Con 22 músicos salen en las despertàs, a mediodía y por las tardes, «y a la gente le gusta». La banda les cuesta seis mil euros, otros 3.000 euros para el montaje del racó, en el que llegan a juntarse 700 personas en un recinto sin barra y con música al que las familias se llevan su cena; y 3.000 más se van a la fiesta de la espuma, Carnaval y otras durante el año. El dinero no da para más pero Tómbola lleva 40 años seguidos luchando por su premio: la Fiesta.