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Paco Ramón

«En la Explanada fuimos pioneros en dar de cenar paella a los turistas en los 70»

El hostelero recibe hoy un premio a su dilatada trayectoria en el sector turístico

Paco posa junto a un bonito seco, ayer en el Mercado PILAR CORTÉS

El veterano hostelero Francisco Ramón (Alicante, 1941) recibe esta tarde el reconocimiento del sector académico turístico a sus más de 50 años como profesional en Alicante, donde comenzó en el Hotel Pastor. Jubilado, a sus 73 años ha sido reconocido por el Instituto Universitario de Investigaciones Turísticas. Junto a él recibirán también galardones Kiko Moya, chef de l´Escaleta de Cocentaina y el Museo Arqueológico Provincial, en el apartado de la innovación.

¿Cómo fueron sus comienzos en la hostelería?

Tenía 14 años y trabajaba como repartidor de periódicos en el antiguo quiosco Fidel cuando ocupaba el centro del Portal de Elche, al final de la Rambla. Había cuatro quioscos a cada lado y el de Fidel era el del centro. Me llamó un amigo y me dijo que el Hotel Pastor hoy Marítimo buscaban botones, y allí me fuí. Corría el año 1956 y no paré hasta vender el restaurante Azahar que había abierto en Benalúa en 2001, donde llegué desde el Maestral, que había impulsado con José Manuel Varó y un grupo de socios que aportaron capital.

Hasta vender el Azahar de Benalúa la carrera fue dilataba y en todos los gremios hosteleros.

Camarero, jefe de sala y maitre. De cocina nada pero estuve rodeado de grandes compañeros, profesionales y amigos como, por citar algunos, José Manuel Varó, Jesús Muñoz o, entre otros, Pepe Gumiel, que fue el que me prestó los primeros pantalones negros cuando empecé a trabajar en el Gran Hotel de Alicante, mi segundo destino tras haber iniciado la carrera en el Pastor.

¿Y cuándo pasó directamente a la restauración?

Del Gran Hotel pasé al restaurante Las Vegas y desde allí al Delfín en 1961. Un restaurante en el que estuve 27 años y en el que hice prácticamente de todo. En 1988 salió la oportunidad y con José Manuel Varó abrimos en Virgen del Socorro el primitivo Maestral, que trasladamos después a Vistahermosa cuando compramos el chalet gracias a la ayuda de socios.

¿Ha cambiado mucho la hostelería en Alicante?

Mucho no, muchísimo, pero también en nuestros tiempos hicimos cositas, como cuando en el Delfín comenzamos a servir arroces y paella por la noche a los turistas extranjeros en los años 70. Los profesionales de hoy en día son espectaculares y en la provincia, aunque no los frecuento, tenemos ejemplos brillantes como l´Escaleta, La Sirena, La Finca, Quique Dacosta, por citar algunos, pero en el siglo XX también hicimos cosas.

¿Echa algo en falta en la hostelería?

Ya digo que hay profesionales estupendos, pero también es cierto que echo mucho en falta más vocaciones. Nosotros trabajábamos sin horario, veinticinco horas al día y eso que no las tiene. Yo mismo, cuando era camarero en La Vegas, entonces el mejor restaurante de Alicante (su lugar lo ocupa hoy un restaurante de comida rápida en la Explanada), terminaba mi jornada y me ponía a disposición de los entonces llamados camareros de limonada (profesionales que atendían las terrazas) para ayudarles. Hoy, la mayoría de los camareros están mirando el reloj, esperando el final de la jornada. La hostelería tiene que ser vocacional.

¿Ha habido segunda generación en la familia Ramón?

No, pero estoy orgulloso del camino que siguieron mis hijos. Mi hija está en la Universidad de Alicante y mi hijo trabaja en Londres en el sector del audiovisual. Precisamente, la semana que viene me voy unos días a visitarle y ahora mismo -por ayer- me voy al Mercado Central a comprar mojama, salazones, que en Londres se echan en falta.

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