Alberto Garzón visita Alicante en el marco de una gira en la que pretende movilizar a la ciudadanía y a los grupos de izquierdas para que se unan a un proyecto que trata de sumar fuerzas frente al bipartidismo. El diputado se ha convertido en la cara de Izquierda Unida, pero no sólo tiene seguidores en los medios tradicionales, además es un auténtico líder en redes sociales. En Twitter cuenta con 247.000 seguidores, una cifra que muchos políticos envidiarán y que, para la mayoría de nuestros representantes, debería ser ejemplo de cercanía.
¿Se puede hacer política en 140 caracteres?
La política que yo entiendo no. Se puede hacer una política muy limitada por el propio formato, los mensajes son muy superficiales, aunque eso no significa que no se use, sobre todo para mostrar lo que somos y tener más cercanía con la gente.
¿Necesita la política un cambio en la forma de llevar a cabo la comunicación?
Hacemos una política volcada en la inmediatez y las organizaciones políticas tienen que adaptarse a ello. La sociedad reclama más participación. El formato enlatado se detecta con mucha facilidad y la gente busca en la política otras sensaciones, que sea más directa, pura y emocional.
¿Qué político suspendería en redes sociales?
Suspenderían sin lugar a dudas Rajoy, Rubalcaba en su momento y Pedro Sánchez. Aunque la presencia del líder del PSOE en los programas se ha sobredimensionado, no gestiona él mismo su cuenta de Twitter y sólo la utiliza a modo de agenda para anunciar dónde está. El ciudadano reclama más interacción, aunque eso, a veces, te lleve a cometer errores y meter la pata, algo como lo que le ha ocurrido a Toni Cantó, aunque por lo menos él lo intenta.
La alcaldesa de Alicante utiliza su muro de Facebook para defender su inocencia, ¿le parece que es el lugar adecuado?
Es una buena estrategia, al margen de la sustancia, pues me parece bochornoso todo lo relacionado con esta alcaldesa.
¿Qué opinión tiene de Sonia Castedo?
Es un ejemplo extraordinario de la corrupción en este país. Es el matrimonio feliz entre una élite política y una élite económica, el cacique y los intereses de una minoría social. Es un ejemplo de cómo en las ciudades el dinero ha servido para macroproyectos que pretendían adornar las ciudades y por el camino el constructor se enriquecía, y se generaban actitudes mafiosas, cárteles y gente que untaba y se dejaba untar.
¿Qué objetivo persigue esa búsqueda de un espacio común?
La idea es que intentemos ganar las ciudades y los municipios y desalojar al bipartidismo. Sentar las bases de un proceso constituyente que nos lleve a unas instituciones a la altura de lo que se está pidiendo en la calle. Es una idea ambiciosa pero la izquierda tiene que superar ese complejo de «La vida de Brian» que tiene y que le lleva a presentarse fragmentada a las elecciones y beneficiando al PP.
¿En el pacto que plantea entraría el PSOE?
El PSOE es parte del problema, no es ajeno a lo que ha ocurrido en España en los últimos años. En el ámbito económico siempre ha respaldado las políticas de la derecha, por eso en esa unidad popular no concibo de ninguna forma pactar con el actual PSOE.
¿EU apoyaría al PSPV-PSOE para sacar al PP de la Generalitat?
Los grandes partidos siguen pensando en la gran coalición. El PSOE no sabe dónde tiene el norte. En muchas ciudades tienen una estimación de voto muy inferior a la de IU, al final será el PSOE quien tenga que apoyar a un partido de izquierdas. Han dejado de ser el hermano mayor.
¿Ha tenido que llegar Podemos para que los partidos de izquierdas despertaran?
Hay una parte de verdad en eso. La inercia es mala compañera y la sociedad estaba ya cambiando antes de la crisis económica. La gente nos está demandando un cambio, aunque son las elecciones europeas las que nos hacen a todos replantearnos nuestras formas.
¿Cómo perjudica a IU que uno de sus consejeros en Caja Madrid haya gastado 456.000 euros con una de las tarjetas opacas de la entidad?
Le daña enormemente porque IU es una organización donde la inmensa mayoría de la gente no cobra. Hay concejales que hacen su trabajo sin ningún tipo de remuneración y militantes que dedican su tiempo, e incluso su dinero, para volcarse en un proyecto. Esto se ve ensombrecido por un sinvergüenza que acaba robando enormes cantidades de dinero. Nuestros compañeros de Madrid se equivocaron y creo que hay que asumir responsabilidades.
