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Más de 26.000 palmeras y árboles tienen riesgo de caída

Técnicos municipales revisan todos los ejemplares de la ciudad con especial vigilancia en el centro

El miércoles cayó una rama de olmo podado en agosto en el Panteón de Quijano y rompió una farola Carolina Escalante

De diana cero a diana cinco. Así establecen el riesgo de caída de ramas que tienen los árboles de Alicante los técnicos municipales que se encargan de revisar todos los ejemplares de parques y calles dentro del protocolo que hace dos años establecieron el Ayuntamiento y la contrata de mantenimiento de jardines, y que incluye un fichero con todos ellos. Las inspecciones se han intensificado este verano con un estrecho seguimiento de los más de 260.000 árboles y palmeras que hay en la ciudad por la sequía, que provoca en ellos estrés hídrico, y especialmente tras los dos accidentes mortales en Madrid. En Alicante ha habido varias caídas en unos meses, la más grave una palmera sobre un coche en Juan Bautista Lafora en junio sin daños personales y la última esta semana en el Panteón de Quijano destrozando una farola.

La revisión consiste en un análisis visual de diagnóstico de cada árbol ya que examinar todo el arbolado con aparatos «sería imposible». Si los técnicos no descubren ninguna anomalía, señalan en verde la ficha del ejemplar «y los que ofrecen dudas los marcamos para un posterior análisis más pormenorizado», explica uno de los ingenieros de la Concejalía de Atención Urbana. En esa segunda revisión, el experto observa las ramas, el tronco, el sistema radicular (las raíces), la dirección de crecimiento... «De esa analítica puede salir que tenga alguna rama en mal estado, entonces establecemos qué tipo de actuación hay que realizar, y dependiendo de la urgencia, es inmediata o se marca un plazo».

Sobrecarga

En Alicante hay 160.000 árboles en los parques y otros 80.000 en las calles, además de 18.000 palmeras. Los árboles de los montes Benacantil o Tossal no están inventariados. La mayoría pasan una inspección anual pero un 10%, unos 26.000 ejemplares, son sometidos a un control más férreo por su longevidad y empaque, especialmente los situados en los jardines de la zona centro, una vigilancia con la que se trata de minimizar el riesgo de caída. Así sucede en el Parque de Canalejas, en la Explanada, el Portal de Elche, los paseos del centro, Calvo Sotelo, Gabriel Miró, la Plaza de España, la Cochera de Tranvías y el Panteón de Quijano, donde el miércoles por la noche se quebró la rama de un olmo que se podó en agosto para descargarla de peso, aunque los técnicos reconocieron que tenía un punto inestable, una herida que, junto a las últimas lluvias, pudo influir en esta caída. A mediados de este mes cayó una rama en Calvo Sotelo, y el 29 de junio una palmera de doce metros y 90 años se precipitó sobre un coche cerca del ascensor del Castillo pese a que había pasado un mes antes la inspección del área de Atención Urbana sin detectarse anomalías.

La poda es la herramienta que utiliza el Ayuntamiento para prevenir la caída de ramas del arbolado por sobrecarga, porque tengan un hongo o por su edad, lo que influye en que la resistencia de la madera no sea la misma y haya que aligerar la copa, con especial control de los ejemplares a partir de los 60 años, cuando se hacen menos resistentes, y con mucho cuidado con los centenarios. «En un bosque el proceso es natural. Si un árbol tiene una rama enferma la purga y se cae. En la ciudad ponemos medidas para que esto no ocurra». En este contexto se podaron en agosto los ficus del Portal de Elche.

Además, el Ayuntamiento se ha visto obligado a formar a inspectores municipales, técnicos del departamento de Atención Urbana y de la contrata de mantenimiento de Jardines en técnicas que les permitan detectar anomalías en el arbolado para poder anticiparse a una caída. «Todos los días hay un equipo realizando diagnósticos porque el árbol es una estructura viva. Minimizamos el riesgo de accidente aunque evitarlo al 100% es casi imposible. Aún así el ciudadano puede estar tranquilo».

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