Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Infieles con permiso

Alicante acoge una docena de locales con intercambios de parejas y prácticas liberales

Algunos locales, como Áditi, poseen espacios diferenciados según los gustos de los clientes. Hay zonas donde sólo pueden entrar parejas y otras mixtas, a las cuales pueden invitar a más personas. Salas con grandes camas, paredes con agujeros, habitaciones separadas por rejas, estancias dedicadas al bondage, saunas y grandes jacuzzis para los que disfruten de compartir un baño. Rafa Arjones

Grandes camas, juegos de luces y sombras, cuero y vaporosas cortinas que permiten ver lo suficiente para que la imaginación vuele. Lugares que parecen escenarios de una película para la que dos rombos no son suficientes. La noche envuelve al ambiente liberal en un aura de misterio que facilita la tarea a los mitos y tabúes. Sin embargo, y citando a Woody Allen, «el sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír», y en los últimos años las alternativas de ocio basadas en la sexualidad son más habituales de lo que pensamos. En la provincia de Alicante existen alrededor de una docena de locales donde en la sexualidad los límites los pone uno mismo y a los que acuden clientes de todo tipo a satisfacer sus más íntimos deseos.

Esther, que en realidad no se llama Esther, tiene 27 años, es contable y acude a un establecimiento liberal de vez en cuando. «Me gusta sentirme deseada, que me miren, aquí nadie tiene complejos y es muy respetuoso. Yo era muy tonta para estas cosas y una amiga me llevó a un local liberal engañada, cuando entré me asusté un poco. Pero luego la gente te habla, es muy amable y todo es muy normal, te sientes muy a gusto. Aquí nadie va a saco, primero hay miradas, sonrisas, caricias... Eso es lo que me gusta. Aquí puedes hacer lo que siempre has querido y hablar de ello con normalidad, eso no lo puedes hacer en la calle».

En mi trabajo de documentación antes de acudir a los locales vi un reportaje de un programa de televisión sobre los intercambios de pareja. Las imágenes reflejaban personas y locales de aspecto patibulario, y pensé: ¿dónde me voy a meter? Admito que acudí a Áditi, uno de los establecimientos de ambiente liberal de Alicante, con bastante recelo. Sin embargo, éste se esfumó al traspasar la puerta. El olor a limpio, la belleza del local, la luz y las personas que allí se encontraban eran totalmente diferentes a lo que imaginaba mi mente. Casi apetecía sentarse en esos exóticos sofás para tomar una copa y charlar con tu pareja, era fácil imaginarse en la terraza interior del local compartiendo unas risas con los amigos.

Laura, la dueña, nos cuenta que Áditi es la madre de los dioses hindúes, el origen mismo de todas las criaturas, y representa la libertad. «Por eso quise ponerle ese nombre, por lo que representa», explica. La exclusividad del local se respira en el ambiente y se refleja en los cuidados detalles de la decoración, lo que justifica su precio: 40 euros por pareja los fines de semana con derecho a dos copas y a disfrutar de las instalaciones. Los hombres que acuden solos pagan lo mismo que una pareja, y las mujeres, diez. «Esto es para equilibrar un poco la gente que viene. Algunos hombres vienen pensando que aquí vale todo y no es cierto. Cuidamos mucho las personas que entran y cómo entran».

Hay poca luz, pero es suficiente para crear una atmósfera relajada y sugerente. «Existen muchos prejuicios sobre el ambiente liberal. Algunas personas piensan que somos unos degenerados pero la gente que viene aquí es muy normal, simplemente viven su sexualidad de una forma más abierta», añade la propietaria de Áditi. Lo que no se puede negar es que este es un lugar elegante, nada que ver con aspectos tétricos u oscuros. «La higiene es muy importante, tanto de los clientes como del local. Hay vestuarios con duchas y taquillas. Los sofás y camas son de polipiel para poder limpiarlos fácilmente y con desinfectante», nos cuenta Laura.

José, de 55 años, se encuentra en paro y acude frecuentemente a estos locales con su pareja. «La primera vez que vinimos a un sitio así fue por probar y nos fuimos a los 20 minutos espantados, era muy diferente a esto y ahora ya no existe. Aquí la gente viene a vivir sus fantasías y su sexualidad con total tranquilidad y libertad. Estoy convencido de que el ambiente liberal ha arreglado muchos matrimonios. Hay que diferenciar bien el sexo del amor, el mejor polvo es con tu mujer, cuando llegas a casa después de estar aquí». Lili es la pareja de José y tiene 33 años. «Lo pasaba muy mal con los celos pero luego lo hablamos y todo fue bien. Esto es un juego, no hay sentimientos, sólo sexo. Al principio no quería estar con una mujer, pero a mi pareja le apetecía y probamos. Cuando terminamos le dije: ahora sí me gustan las mujeres».

Una enorme estatua de Buda preside la zona de la discoteca, el lugar es espacioso y muy detallado. Al entrar en Áditi parece que has atravesado medio mundo para encontrarte en Tailandia. «Aquí la gente puede tomarse una copa tranquilamente o bailar, ellos deciden si después les apetece acceder a las otras zonas. Esto es como un parque temático para adultos, si no te gusta la montaña rusa puedes elegir atracciones más suaves», comenta entre bromas.

«Yo empecé en este ambiente con 23 años y la primera vez que fui a un sitio así pensé que la gente estaba loca», relata la dueña. «Luego te das cuenta de que esto es un ambiente sano. La gente sólo quiere divertirse y descubres que aquí hay más respeto que en la calle o en cualquier discoteca, nadie te toca si tú no quieres y el contacto siempre empieza por los brazos o los hombros»..

Todo está en internet

Internet es una de las principales plataformas de contacto de personas liberales, el anonimato despeja los miedos y fomenta la curiosidad. Si buscamos en Google «intercambios de pareja» se nos presentan aproximadamente 1.520.000 resultados sólo en español. Mientras que si ponemos «swingers», término anglosajón que significa intercambio y se utiliza en la jerga de este ambiente, surgen 12.300.000 entradas. Para contextualizar estos datos podemos decir que buscando una palabra mucho más común, como puede ser «restaurante» obtenemos 36 millones de resultados y con la búsqueda de «Rajoy», 29 millones.

Pasamos a las zonas reservadas. Estas son más oscuras, «el juego de luz y sombras sigue siendo una pieza clave de la seducción», sostiene Laura. Hay espacios para parejas donde no pueden entrar hombres solos. Otros son mixtos aunque siempre puedes mantener tu privacidad «si el cordón está atravesando la puerta significa que no estás invitado». En otra parte, se encuentra la zona spa, donde sólo se puede entrar desnudo, con una toalla o con lencería, en ella hay una cama de 18 metros cuadrados, jacuzzi, sauna, hidromasaje...

En nuestro paseo vemos incontables salas pero nos llama especialmente la atención una muy sugerente, donde hay una cama con cojines y un espejo con celosía, el ambiente resulta bastante romántico. Laura, la propietaria, nos dice: «¿Veis el espejo? Pues no es un espejo», explica mientras mete la mano a través de los huecos de la reja, «se trata de un efecto óptico, en realidad son dos habitaciones gemelas para ver y ser visto, tocar y ser tocado».

Mientras entrevisto a Laura, veo cómo la chica que nos recibió en la puerta le enseña el local a una pareja. «Cuando viene alguien lo recibimos y le hacemos un tour por las instalaciones». Los observo disimuladamente, parecen nerviosos y nos miran de reojo. Calculo que tendrán unos cincuenta años. Ella sonríe, más segura. Él, mueve sus manos y se le ve intranquilo. Desaparecen de mi vista y yo sigo con mi trabajo. Más tarde, me los encontraré en varias salas. En la zona spa, los veré tomando una copa y con una toalla en la cintura como única prenda. Su mirada es completamente diferente, ahora son ellos los que me observan y ríen con otra pareja. Se les ve felices, a gusto y sin complejos. Pocos minutos después, cuando yo me encuentro en la zona anexa me parece escuchar algún gemido ahogado proveniente del lugar donde están ellos.

Emilio y Sara tienen 40 años y llevan poco tiempo en el ambiente liberal. «Nuestra primera vez fue espectacular, nunca antes nos habíamos bañado en un jacuzzi mientras otras parejas miraban o jugaban. No llegamos a más, no lo hicimos con otras parejas pero sí delante de gente sin sentir pudor o incomodidad. Lo encontramos natural».

Me asalta la duda de si los propietarios han presenciado algún momento incómodo con los clientes, teniendo en cuenta que éste es un lugar donde el anonimato y la privacidad son muy importantes. «En la fiesta que celebramos en nochevieja vivimos una situación curiosa. Se encontraron dos hermanos en el local» explica Laura. El encuentro se resolvió felizmente, «entendieron que todos estamos aquí para lo mismo, no se puede juzgar».

Sin embargo, las prácticas liberales van más allá de los intercambios. En este contexto, la palabra liberal se aplica a la actividad sexual desinhibida y no condicionada por la moral tradicional. Este ambiente se manifiesta de diversas formas, el fetish o el BDSM son algunas de ellas. Estas siglas, que suenan un poco a chino, tienen un significado que explica muy bien esta práctica: bondage (amarres eróticos ejecutados sobre una persona vestida o desnuda), disciplina, sumisión y masoquismo. En Áditi no se realizan estos juegos, pero en Alicante existe un local que se especializa en ello.

El fenómeno Grey

Daniel nos abre las puertas del Anónimo, él es el encargado y nos explica que en este lugar se practican menos intercambios, «pretendemos ser un local especializado en fetiches, fantasías y BDSM, aunque las parejas tienen libertad para invitar a otros a sus juegos». La próxima fiesta, que va a tener lugar el 27 de septiembre, define muy bien esto, la temática es "La vuelta al cole" y las faldas cortas de colegiala, las reglas de madera y las profesoras estrictas serán parte de este juego de roles. «El disfraz da pie a la gente para que se desinhiba y pierda la vergüenza».

«Desde el fenómeno de ´Cincuenta sombras de Grey´ viene más gente joven, para probar o iniciarse en esto», nos explica Daniel. «Hace unas semanas vino un grupo de chicas universitarias, una conocía el tema y las otras querían probar. ¡Vaya fiesta se montaron! Parece que ahora la gente tiene menos miedo a hablar sobre sus fantasías». Anónimo cuenta con varias salas o mazmorras, en ellas encontramos todo tipo de objetos para los juegos eróticos, además de algunas cruces en la pared con grilletes para atar manos y pies. «Todas las hemos hecho nosotros a mano, y algunos de los látigos y palas de cuero nos los fabrica un artesano de Alicante». Vemos cepos al más puro estilo medieval, camas de proporciones épicas y zonas reservadas para una sola pareja. Me sorprendo al observar dos camas separadas por una pared con unas pequeñas ventanas, se pueden abrir o cerrar dependiendo de la apetencia del momento. Nos muestran también una jaula, es de polipiel para facilitar la limpieza y su tamaño se asemeja a un transportín de un perro grande.

«Aquí hacemos también talleres de iniciación al shibari y la gente se divierte mucho, al fin y al cabo, es un juego». Ésta es una práctica con una larga y respetable tradición en Japón, significa «atadura» y consiste en amarrar a una persona con cuerdas y suspenderla del techo, de forma que queda colgando en el aire en posición horizontal o inclinado, y a partir de ahí se realizan los juegos eróticos con utensilios tales como fustas, látigos o plumas. Nos aseguran que estas prácticas son "SSC". Después descubrimos lo que eso significa: sanas, seguras y consensuadas.

Morgana tiene 37 años y practica BDSM desde hace cuatro. «Empecé por curiosidad a investigar en internet y a quedar con sumisos. Yo soy dominante pero nadie de mi entorno lo sabe. Es como vivir dos vidas completamente diferentes. Me gusta la humillación psicológica, no causar dolor y mi fetiche son los pies. Lo más importante en esto es la confianza, antes de una sesión se plantean los límites del sumiso. Además tenemos palabras de seguridad o contraseñas, por ejemplo "rojo" significa parar».

Hablar mucho

Para la sexóloga Laura Cuadrado, «este tipo de parejas deben saber distinguir muy bien la vida afectiva y sexual de la pareja primera y los encuentros ocasionales con otras personas. Tienen que hablarlo mucho, algunos piensan que pueden llevarlo bien pero luego no es así. Es por ello que los pactos que se establecen a priori deben renovarse después. Es una opción para salir de la rutina, una alternativa, pero no es la mejor. Recomiendo que se informen mucho y que lo piensen con tiempo porque puede causarles problemas después en la relación y la convivencia».

Compartir el artículo

stats