Ni ventilador, ni corrientes de aire, ni duchas frías y, por lo tanto, condenados al insomnio en el caso de no disponer de aire acondicionado. De esta forma llevan pasando las noches esta semana los alicantinos y alicantinas que residen en la franja costera de la provincia, donde los termómetros no bajan de los 23 grados y el grado de humedad del 85%, lo que en la madrugada de ayer disparó la sensación térmica hasta los 31 grados. Noches con registros de temperaturas más elevados que los de los países tropicales y que están haciendo que este mes vaya camino de convertirse en uno de los septiembres más tórridos de la historia climática de la provincia.

Lejos de remitir, la Agencia Estatal de Meteorología elevó ayer la previsión de altas temperaturas para este jueves que pueden alcanzar los 35 grados en puntos del interior como Elche y Orihuela. Para la franja costera, donde se incluye la ciudad de Alicante, las máximas rondarán los 32 grados en las horas centrales del día a la sombra. La sensación térmica será, sin embargo, mayor, dependiendo del grado de humedad. Factores, por otro lado, que impiden que el mar se enfríe y persista, por tanto, el riesgo de gota fría. De momento, sin embargo, ni rastro de lluvias.

La sequía más intensa -de momento no es las más larga- que se recuerda en la provincia desde que se tienen datos meteorológicos (150 años) ha provocado ya un auténtico descalabro ambiental al haber acabado ya con 182.000 almendros y provocado una reducción media del 60% en todas las cosechas, lo que tiene al borde de la ruina a 6.000 agricultores y ha generado unas pérdida superiores a los 80 millones de euros. La provincia ha sufrido entre 1940 y 2008 (el actual periodo todavía no se contabiliza en la estadística) siete ciclos de sequía con duraciones que oscilan entre los cuatro y los diez años. En concreto, un periodo de setenta años de los que cuarenta fueron de sequía. Y la actual no tiene visos de finalizar.