El casco antiguo de Alicante ha ido perdiendo progresivamente su población tradicional, en parte debido a su degradación urbanística y a que las viviendas, en algunos casos, no podían reunir las comodidades de una casa moderna. Así, al pasear por muchas de sus calles se percibe un notable nivel de empobrecimiento. Esta sensación, en cambio, desaparece al transitar por los puntos más turísticos, como la calle Mayor o las plazas de la Santísima Faz y Santa María, donde la actividad económica ofrece una imagen muy distinta.