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Begoña San Miguel

«La corrupción es anterior a la crisis y se mantiene durante la misma»

La experta acusa al Estado de haber abandonado "su función de redistribuidor social"

«La corrupción es anterior a la crisis y se mantiene durante la misma»

¿Cómo ha cambiado la crisis a la sociedad?

Los cambios han sido muchísimos. Para unos pocos no ha cambiado nada, pero para el resto ha cambiado todo o casi todo. La crisis ha condenado al paro a una cuarta parte de la población activa, ha provocado una caída muy importante de los salarios, ha incrementado la precariedad laboral. Pero hay otro factor, que se ha producido al mismo tiempo y es que el Estado ha abandonado su función de redistribuidor social. Todo ello ha generado un importante incremento de las desigualdades sociales

¿Y qué consecuencias han tenido estos cambios?

El crecimiento de las tasas de pobreza, es decir, el empobrecimiento absoluto y relativo de muchos grupos sociales. Además, mientras las rentas más altas están creciendo, muchas otras están reduciéndose, lo que está provocando un aumento de la distancia entre los más ricos y los más pobres. Inevitablemente todo eso produce malestar social, que se traduce, además, en tensiones políticas y cambios electorales.

¿Se refiere usted a Podemos?

No sólo a Podemos. En las elecciones europeas el Partido Popular y el Partido Socialista han perdido muchos votos a favor de otros grupos como UPyD, Ciutadans, Izquierda Unida o Podemos. De todo esto, lo más visible ha sido el caso de Podemos, porque no ha sido un mero trasvase de votos, es la aparición de un nuevo movimiento social que se ha constituido en un partido político.

Un movimiento que se ha consolidado como la tercera fuerza política en España...

La crisis ha generado inevitablemente mucha indignación y ésta perjudica a quienes están sufriendo más directamente la crisis, por ejemplo porque han perdido sus empleos, pero también a muchos ciudadanos aunque no les haya afectado personalmente. Esa indignación surge también de ver lo que está pasando en Europa y, por supuesto, en España, de los recortes que está sufriendo el Estado del Bienestar, del comportamiento de unas élites económicas y políticas que están mostrando unos niveles de corrupción e insolidaridad social escandalosos.

¿Somos más corruptos?

La corrupción, la mayor parte que conocemos, es anterior a la crisis, aunque una parte también se ha mantenido durante la misma. Si enfada tanto a la gente es porque vemos que ciertos grupos se enriquecen ilícitamente mientras la mayoría sufre los efectos de la crisis y las políticas de austeridad.

¿Cree que ha motivado la pérdida de confianza de muchos ciudadanos en la política?

Sí, la crisis y la corrupción han sido esenciales. En realidad, la pérdida de confianza no es nueva, es una tendencia que ya estaba claramente identificada antes. Parece que esa desconfianza ha crecido, lo vemos en las encuestas y también en el voto en blanco. En cambio, no ha habido hasta ahora un crecimiento importante de la abstención. Por ello, parece que de momento lo que se ha producido es que un sector importante de los ciudadanos ha empezado a cambiar su opción electoral, se están alejando de los partidos que han gobernado hasta ahora.

El mundo parecía más seguro hace unos años...

La situación no era tan buena como parecía. Antes ya había tendencias hacia el crecimiento de la desigualdad social, por ejemplo, que después se han agravado, pero la sociedad no las percibía. Muchos de los problemas que ahora la gente identifica con la crisis ya existían. Bastó con que estallara la crisis para que todo se derrumbara.

¿Qué va a pasar con los jóvenes?

La actual generación de jóvenes ha tenido muy mala suerte porque ha llegado en muy mal momento. Su destino, sus oportunidades de integración en el mercado, van a depender de la evolución de la economía a nivel mundial, europeo y español.

Violencia de género, delincuencia, embarazos no deseados, ¿podríamos afirmar que estos factores han aumentando debido a la crisis?

No se puede decir que estos fenómenos estén ligados a la crisis, yo no lo afirmaría. Son cosas muy difíciles de medir porque hay que interpretar las estadísticas. Todo parece indicar que una sociedad con malestar social puede generar un aumento de ciertas conductas, por ejemplo, podemos afirmar que, aunque con una trayectoria irregular, pero se ha producido un crecimiento de los suicidios. Esto sí se puede medir, es más fácil de analizar que los otros aspectos, como la violencia de género o la delincuencia.

¿Qué futuro nos espera?

Nos espera el futuro que nosotros queramos y seamos capaces de construir, porque la evolución de las sociedades no está escrita de antemano, no hay ninguna ley que determine cómo será ese futuro. Hablamos de tendencias, decimos que muchas cosas que vemos nos inclinan al pesimismo, pero si la gente quiere cambiar las cosas, puede hacerlo.

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