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¿De dónde viene lo que comemos?

De Tailandia a Nueva Zelanda, de Holanda a Mauritania, en los mercados alicantinos los alimentos importados se mezclan con los nacionales

En mercados y supermercados encontramos frutas de casi todo el mundo. pilar cortÉS

De primero un cocido madrileño de México o un arroz alicantino de Tailandia; de segundo una ensalada de tomates holandesa o un gallo inglés a la plancha; y de postre manzanas de los Alpes y peras sudafricanas. Cuando hacemos la compra solemos dar por hecho que los tomates vienen de la huerta murciana, el pescado de la bahía y la ternera de Galicia, y a menudo es así. Se pueden adquirir, porque los mercados y supermercados lo ofrecen, pero no están solos. Cada vez más producto nacional se exporta por la demanda extranjera que paga su calidad, y a cambio crece la importación de frutas, carnes y pescados menos adaptados a nuestros gustos, según el informe «Alimentos kilométricos», realizado por expertos de la Universidad Pablo Olavide, la Universidad de Sevilla y la de Vigo para la asociación Amigos de la Tierra, que revela que España compra fuera más de 25.000 millones de toneladas de alimentos al año. El estudio, avalado por el Ministerio de Agricultura, cifra en una media de 3.800 los kilómetros que los productos recorren hasta llegar a nuestra mesa, un trasiego de medios de transporte que genera 4,2 millones de toneladas de CO2, elevadas emisiones que son muy criticadas por los ecologistas.

El motivo principal de tan elevadas importaciones no es tener un muestrario exótico en mercados y supermercados, sino uno más bien económico. «Son alimentos importados por empresas que buscan los mejores precios para poder ampliar su margen de beneficios, porque incluso con el gasto del transporte resultan más económicos», argumenta el informe. Y es que si la gamba roja de Dénia nos cuesta entre 58 y 94 euros el kilo, si no más; 38 euros la de Huelva y 78 euros los langostinos de Cádiz y es demasiado para nuestro bolsillo, podemos conformarnos con los de Mauritania a 34 euros el kilo y 24 euros los de Senegal.

Lo mismo pasa con la fruta. Cada vez llegan más manzanas de Italia, Francia y de los Alpes, aunque también de Nueva Zelanda y Chile. Un kilo de una variedad roja de este país costaba días atrás 1,89 euros en un supermercado de Alicante, sin embargo pagar medio kilo de manzana reineta extra española cuesta 1,33 euros, y la roja 1,45 euros. En cualquier supermercado se pueden encontrar garbanzos de México, lentejas de Canadá, judías de Argentina o fabes de Bolivia, y pese a cruzar el charco, son más baratas que las afamadas legumbres españolas.

Esta semana una de esta áreas comerciales de Alicante ofrecía cebollas rojas de Australia y blancas de Italia al lado de las cultivadas en Castilla-León, tomate en rama de Holanda y Bélgica, jengibre de China, mango de Senegal, bananas de África, aguacates y espárragos de Perú, peras y uva de Sudáfrica y coco de Costa Marfil, junto a sandía sin pepitas y melón cantaloupe de Murcia, paraguayas de Almería, y kiwis cultivados en Asturias, aunque también había de Nueva Zelanda. Vendían asimismo costillas de Arizona, filete de cabeza de lomo de México, almejas del Pacífico y gambón de Argentina.

A otro supermercado habían llegado langostinos de Madagascar, pez espada y pescadilla de las islas británicas, y sepia de Marruecos. En un tercero la variedad era más internacional: langostinos criados en acuicultura en el Pacífico y crudos de Ecuador, bocas de Mauritania, gambón grande de Argentina, gallos desembarcados en el Puerto de Greencastle (Irlanda), canaíllas de Italia, bacalao de Islandia, y entrecot de Bélgica, al lado de lubinas de Tenerife, pollo sevillano, y otras carnes criadas y sacrificadas en España y Portugal. Eso sí, las patatas de Valladolid y las zanahorias de Villena. Incluso en una tienda regentada por un hindú traen las patatas de Viena.

La estacionalidad también influye en la importación, sobre todo de frutas. Aunque la mayoría de los puestos del Mercado Central de Alicante trabajan con productos de la tierra, entre ellos patatas de Jijona y tomate raf de Almería, en determinadas épocas tiran de los productos extranjeros para satisfacer la demanda. Es el caso de Juanma «Chalaca», que vende naranjas de Valencia en temporada pero que las trae de Sudáfrica, Argentina y Uruguay cuando aquí se acaban, «porque los restaurantes las quieren todo el año». «En verano traemos casi todo del campo de Jumilla o de Cieza, en septiembre llega el melocotón de Lérida y Aragón, en otoño traemos ciruelas de Sudáfica, y en Navidad cerezas de Chile porque aquí no hay, y hay demanda». En este caso, se pagan caras puesto que en temporada son de la provincia, cultivadas en Vall de la Gallinera. Curioso es el caso de las manzanas Golden, que este vendedor compra casi todas de los Alpes, ya que esta fruta necesita frío, algo de lo que España adolece cada vez más por el cambio climático. Los alimentos llegan sobre todo por mar y carretera, y después por avión y tren para que podamos tener el mundo en la mesa.

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