Un equipo internacional liderado por los astrofísicos Jorge Lillo (Alicante, 1987) y David Barrado ha conseguido pasar a la historia por ser el primero en confirmar la existencia de un exoplaneta utilizando tecnología española. En concreto, el Kepler 91-B, que forma parte del conjunto de exoplanetas o planetas extrasolares. Son como los del conocido sistema solar, pero giran alrededor de otra estrella que no el Sol. Los investigadores han estudiado el sistema formado por la estrella gigante roja Koi-2133 y su planeta, cuya órbita está muy cerca de la estrella gigante, que debido al proceso de expansión en sus capas externas acabará con el planeta descubierto.

Algo que los astrofísicos calculan que sucederá también a muchos los planetas del sistema solar dentro de unos 4.000 millones de años. En el caso del Kepler 91-B, ocurrirá en menos de 55 millones de años, un periodo de tiempo muy reducido a escalas astronómicas. Lillo y su equipo han constatado que el planeta ha consumido ya un 99% de su vida.

«Tras nuestra publicación surgieron dos trabajos que contradecían los resultados y ponían en duda la naturaleza planetaria. Sin embargo, ahora los hemos confirmado usando una técnica independiente, la velocidad radial, para ratificar que los resultados que obtuvimos en nuestro anterior trabajo empleando la curva de luz del Kepler son correctos y coinciden perfectamente», explicó ayer Jorge Lillo. La conclusión es que Kepler-91b es, efectivamente, un planeta de tamaño y masa similares a Júpiter (aunque ligeramente superiores). «También habría que destacar que todos los datos recogidos para este trabajo se obtuvieron desde el Observatorio de Calar Alto en Almería, siendo por tanto la primera confirmación planetaria de este observatorio y con un instrumento enteramente construido y diseñado en España», subrayó el astrofísico alicantino, quien junto a David Barrado es el responsable de una investigación en la que han participado varias instituciones internacionales como el Max Planck Institute für Astronomie (MPIA, Alemania), la Universidad Autónoma de México (UNAM), el Observatorio de Calar Alto (Almería) y el propio Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) al que pertenecen Lillo y Barrado.

El Kepler 91-B está en los últimos estadios de su vida antes de ser engullido por su estrella, siendo el planeta conocido más cercano a un estrella gigante roja. Con una órbita ligeramente elíptica, se calcula que la estrella central subtiende un ángulo de 48 grados en el cielo del planeta, cubriendo alrededor de un 10% del mismo (unas diez mil veces más que la Luna o el Sol desde la Tierra). Además, la atmósfera del planeta parece estar inflada, probablemente debido a la alta radiación procedente de su estrella.

Durante cuatro años, el telescopio espacial Kepler obtuvo datos de multitud de estrellas candidatas a albergar planetas. Los investigadores utilizaron una técnica con la que a lo largo de la historia se han detectado otros quince planetas, ya que se necesitan una determinadas condiciones muy específicas que pocas veces se dan para poder aplicarlo. Estos planetas orbitan alrededor de estrellas en una fase tranquila de su vida, con tamaños similares al sol y sus planetas tienen asegurada una gran longevidad. Según los investigadores, un 8% de la bóveda celeste del planeta está ocupado por la visión rojiza de su estrella. Está a 3.000 años luz de la de la Tierra.