La sequía más intensa -de momento no es las más larga- que se recuerda en la provincia desde que se tienen datos meteorológicos (150 años) ha provocado ya un auténtico descalabro ambiental al haber acabado con 182.000 almendros y una reducción media del 60% en todas las cosechas, lo que tiene al borde de la ruina a 6.000 agricultores y ha generado unas pérdida superiores a los 70 millones de euros. La sequía afecta a 142.000 hectáreas de cultivos, el 45% en tierras de secano, donde su único aporte es el de la lluvia, que no cae con normalidad desde noviembre de 2013.

Los datos forman parte de un informe conjunto realizado por la organización agraria Asaja y el Instituto de Estudios Económicos de la Provincia de Alicante (Ineca) presentado ayer coincidiendo con la clausura de las jornadas sobre Política Agraria Común que se han celebrado en Casa Mediterráneo. La provincia ha sufrido entre 1940 y 2008 (el actual periodo todavía no se contabiliza en la estadística) siete ciclos de sequía con una duración que oscila entre los cuatro y los diez años. En concreto, un periodo de 70 años de los que cuarenta fueron de sequía, según el estudio coordinado director de Ineca y economista Joaquín Melgarejo.

Tanto el presidente de Ineca, Joaquín Rocamora, como el de Asaja-Alicante, Eladio Aniorte, volvieron a recordar al Gobierno que la única solución integral para acabar con el déficit hídrico son los trasvases; Tajo-Segura, Júcar-Vinalopó y el Ebro, aunque no descartaron como complementos la desalación y la creación de los mercados intercuencas.

Por su parte, el secretario de Estado de Agua, Federico Ramos, se comprometió a que el Gobierno adelante a los agricultores las subvenciones europeas de la Política Agraria Común, y anunció que el Consejo de Ministros aprueba hoy los planes hidrológicos del Júcar y el Tajo, que darán cobertura legal al envía de agua del Júcar desde Cullera para salvar los cultivos leñosos en el Vinalopó.

El cultivo más afectado es el almendro con 19.200 hectáreas en producción en la provincia y pérdidas medias del 80% de la cosecha y del 60% de los almendros. La situación, según Asaja, es agónica y muy grave porque los árboles que no se han secado están muy dañados, con lo cual habrá mermas en las próximas cosechas. En cuanto al cereal, en el Vinalopó (2.200 hectáreas) hay un 70% de mermas y en el resto de la provincia (1.600 ha), la mitad de las cosecha está afectada.

Los efectos negativos de la falta de lluvias también han dañado al olivar (23.000 ha) en forma de una brotación poco vigorosa y un escaso cuaje de los frutos, con lo cual se prevén pérdidas del 60% en las cosecha. La uva de vinificación también está afectada con una reducción significativa del número de racimos por cepa, y deficiente floración y cuajado en las seis mil hectáreas repartidas por el Vinalopó y la Marina Alta. Asaja e Ineca alertaron también de que la producción de cereza de secano con unas 3.500 toneladas de media, tendrán bajo calibre comercial y, además, los cerezos han comenzado a secarse.

En cuanto a las afecciones a la ganadería, la falta de pastos ha disparado los costes para alimentar al caprino y ovino, algo similar a lo que sucede con los apicultores, que tienen que suplir los bajos rendimientos de la flora con alimentación artificial para poder mantener la producción de miel.

Agua por habitante

Por su parte, el director de Ineca, Joaquín Melgarejo, recordó que en Alicante el déficit hídrico es estructural, hasta el punto de que la propia Organización Mundial de la Salud recomienda en una situación normal una aportación media anual de 1.000 m3 de agua por habitante y año, y en la provincia la aportación sólo llega a los 442 m3. El resto viene de la sobreexplotación de acuíferos, -lo que supone un grave problema medioambiental-, de los trasvases, de la desalación y de la reutilización de aguas.

Ramón Espinosa, secretario técnico de Asaja, añadió que el problema «no sólo está en la cosecha, sino que en muchas plantaciones hay que arrancar los árboles porque la escasez de agua permanente los ha secado. Para que un árbol como el almendro vuelva a estar a pleno rendimiento productivo deben pasar 7 años, lo que hace peligrar la continuidad de la explotación».