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Los secretos que guarda Gastón

La rehabilitación de los murales de Gastón Castelló pone en valor detalles sobre infraestructuras y urbanismo de los años 40

Los secretos que guarda Gastón

La rehabilitación de los murales que Gastón Castelló pintó en 1949 sobre las paredes de la antigua estación de autobuses ha permitido poner en valor las imágenes de la ciudad que han estado recibiendo a los viajeros hasta que en 2011 la terminal se trasladó. La pintura refleja el urbanismo y las principales infraestructuras de la ciudad de los años cuarenta, dejando constancia de cómo era el Alicante de esa época, con trenes a vapor, edificios que ya no existen o avenidas repletas de palmeras que, con el paso del tiempo, han desaparecido.

El presidente de la asociación cultural Alicante Vivo, Alfredo Campello, desgrana algunas de las curiosidades que esconde el mural. Por ejemplo, se fija en el detalle de la iglesia de Benalúa, que se levantó sobre la anterior después de ser asaltada, incendiada y derribada en la Guerra Civil. Campello explica que Juan Vidal diseñó la nueva iglesia con un estilo neogótico, pero no se llegó a terminarse tal cual se planteó. Pese a ello, Gastón Castelló la pintó basándose en el proyecto original, con una aguja neogótica que nunca se llegó a construir.

Cerca de la imagen de la iglesia parece la del templete de la plaza de Navarro Rodrigo que fue derribado en 1965 y que «jamás se reconstruyó», explica Campello, quien pone el acento en el que fuera cuartel de Benalúa. Recuerda como justo detrás, y así lo recoge Gastón Castelló, estaba el estadio Bardín del Hércules. «Hoy no queda nada, solo solares y viviendas», subraya.

Significativa es la imagen de la estación de ferrocarril, en la que se aprecia la fachada de columnas y las vías que atravesaban la ciudad pasando junto al desparecido puente del barranco de San Blas, donde ahora está la glorieta de la Estrella, hasta llegar al Postiguet.

Otro de los edificios que se pueden contemplar en el mural es el colegio de los Salesianos, que fue quemado en 1931 y reconstruido en los años 40. El mural lo refleja tal y como era, pues en los años ochenta fue derribado y «sólo queda en pie la iglesia», lamenta Campello.

En el otro extremo, en la playa del Postiguet, llama la atención que no se reflejen los antiguos balnearios que, como recuerda Campello, «fueron derribados en 1968», años después de que se pintara el mural. Sí aparece dibujada la ermita del Raval Roig, que fue derribada para levantar el edificio Yoraco, como precisa el presidente de Alicante Vivo.

Estos son solo algunos de los ejemplos de las curiosidades históricas que esconde el mural, que podrá volver a contemplarse cuando se abra al público el edificio de la vieja estación de bus. Esta vez, como un mercado.

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