En pleno debate sobre si monarquía o república, abierto tras la abdicación de Juan Carlos I, el líder del PSPV, Ximo Puig, acometió ayer una propuesta de tercera vía, de difícil difusión en plena oleada de banderas tricolores, por un lado, y de exaltación monárquica, por el otro. Igual que su correligionario y amigo Pere Navarro ha querido desmarcar al PSC de la cuestión independencia de Cataluña sí o no, para introducir, sin mucho éxito, el federalismo, el candidato socialista a la Generalitat apostó ayer por una reforma «en profundidad» de la Constitución y rehuyó fijar una posición oficial.

Con todo, Puig se confesó «no monárquico», sentimentalmente republicano, pero esta cuestión, dijo, «no es lo más importante ahora». «El dilema está entre mayor o menor democracia», subrayó. Lo «urgente», indicó, es afrontar un nuevo «pacto constitucional que incorpore a las nuevas generaciones» que han nacido en democracia. Entre las modificaciones que Ximo Puig introduciría para poner al día la Constitución está la garantía del Estado del Bienestar, la incorporación de una clásula social, reforzar la igualdad, «fijar mecanismos de transparencia y participación política», garantizar la «justicia y la equidad en la financiación autonómica» o la instauración de un Estado federal, dentro de una reforma territorial que debería incluir la desaparición de «viejas instituciones» como las diputaciones provinciales. Ante las preguntas de los periodistas sobre si esa reforma podría incluir un cambio en la arquitectura de la cúpula del Estado para instaurar la III República, Puig sentenció: «No estamos cerrados a ninguna cuestión, todo está encima de la mesa». «Todo se puede plantear, sin miedo», agregó el dirigente del PSPV. Preguntado por la posición claramente a favor de un referéndum por la República de Compromís y EU -posibles socios parlamentarios de los socialistas para formar gobierno en el Consell a partir de 2015-, Ximo Puig se mostró tajante y claro: «No se puede hacer oportunismo».