Que los empresarios consideren al Rey como el mejor embajador para los intereses económicos de España no es nuevo. Ya lo reconocían así en 2007 ocho de cada diez hombres de negocios; una opinión que se extendía, curiosamente, hasta los responsables de las pequeñas y medianas empresas y del sector comercial, que no eran precisamente las que más se beneficiaban de la política exterior de la Casa Real.

Con el paso de los años y de la crisis económica, este papel de liderazgo de las inversiones en el exterior se ha visto muy reforzado tras los últimos multimillonarios contratos firmados por empresas españolas en Oriente Medio y las perspectivas que se abren con nuevos proyectos.

La relación de Juan Carlos I con con los reyes Fahd y Abdalá de Arabia Saudí, ha sido uno de los pilares fundamentales en la entrada de las empresas españolas en unos países que tienen para invertir más de 700.000 millones de euros en fondos prevenientes de las exportaciones de petróleo y el gas.

En su último viaje a Oriente Medio los pasados meses de abril y mayo con motivo de una «gira por los países del Consejo de Cooperación del Golfo», el rey visitó los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Oman, Barein y Arabia Saudí acompañado por una numerosa representación de miembros del Gobierno español y empresarios, para impulsar la cooperación política y los proyectos españoles en sectores como infraestructuras, defensa y energías renovables.

Un viaje para aprovechar la estrecha relación personal que mantiene desde hace décadas con los jefes de Estado y familias reales de la región, y respaldar los intereses económicos españoles en todos los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

La importancia de estos contactos en Oriente Medio es vital para el crecimiento que las empresas españolas dificilmente pueden conseguir ahora en España o Europa, seriamente afectadas tras la salida de la recesión. No hay ninguna zona del mundo que concentre mayor volumen de negocio potencial para las empresas españolas en tan poco espacio como el área del CCG, inmersa en ambiciosos proyectos culturales, educativos, sanitarios, de infraestructuras y energías alternativas para garantizar un futuro no dependiente del petróleo, que copa un 40 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de Emiratos y casi un 60 por ciento del de Kuwait.

Hay que recordar en áreas como la de las obras públicas, el papel que jugó el monarca en la adjudicación en 2011 del AVE entre Medina y La Meca, valorado en 6.700 millones de euros, a un consocio formado en su mayor parte por empresas españolas. También se ha considerado fundamental el peso de Juan Carlos I en la adjudicación a un consorcio liderado por FCC de la construcción de tres líneas del metro en Riad, valorado en 6.070 millones de euros. Y hablando del metro, no hay que olvidar que en breve se adjudicará otro, el de Abu Dabi, que rondará los 6.000 millones y que ya tiene varias empresas españolas interesadas en su construcción. A lo que hay que sumar la Feria Internacional de 2020, con una inversión prevista de más de 14.000 millones, la futura ampliación del puerto de Kuwait,.. Contratos en los que la relación personal de Juan Carlos I con las monarquías árabes es fundamental.

Lejos de las infraestructuras también hay vida en Oriente Medio para empresas de otros sectores, como el de la Defensa. El nuevo monarca deberá continuar el papel de mediador de su padre para tratar de cerrar acuerdos importantes, como el de la venta de carros de combate Leopard a Arabia Saudí, cuyo valor ronda los 3.000 millones de euros. También el de Navantia, que opta a construir seis nuevas fragatas para Arabia Saudí. Y no menos importante el de la construcción de cuatro corbetas a Catar. En este último país, si no se modifica la agenda, podría tener la posibilidad de mediar Felipe VI, ya que ese viaje ha quedado pendiente de la gira emprendida por Juan Carlos I.

Los países emergentes también han sido fundamentales en la agenda «económica» del Rey. Por ejemplo la India. El monarca trató de jugar un papel fundamental en la entrada de las en un mercado potencial de más de mil millones de consumidores, un mercado al que se ya se habían lanzado el resto de países europeos acuciados por la crisis.

También se ha reconocido su papel en Latinoamérica como «decisivo para los proyectos empresariales» españoles. Juan Carlos viajó en 2012 a Brasil y Chile a defender la Marca España, justo después de las expropiaciones de YPF a Repsol en Argentina, y de Red Eléctrica en Bolivia.