La primera belleza de una hoguera a la que maquilló fue a la hoy alcaldesa, Sonia Castedo. Era el año 1991 y la regidora, que representaba al distrito Princesa Mercedes, pidió a su amigo Miguel Ángel Leal que le diera un toque de color. Desde entonces, por las manos del estilista han pasado más de 500 festeras, entre ellas las Bellea del Foc (y sus damas) de los últimos 14 años, desde Mar Rodrigo, la primera, a Patricia Gadea, la recién elegida, una belleza «dulce y camaleónica, con muchas posibilidades», asegura el maquillador, que también peina y que fue fotógrafo de Hogueras en los noventa.

El establecimiento que Leal tiene en el barrio de Blas se convierte en un templo, no solo para las Belleas, sino para muchas de las candidatas, desde que en febrero empieza la cuenta atrás para las Hogueras. Se llena de festeras que confían en él para sacarles el mejor partido. «Hay un maquillaje estándar que a las chicas les gusta mucho, y es el ojo oscuro, porque realza la mantilla de novia alicantina. Lo solicitan mucho, le da un poco más de vistosidad a la mirada. Quieren (las festeras) un maquillaje un poco más fuerte, aunque yo soy poco partidario. Ha de ser algo suave, elegante y jugar con un buen difuminado de las sombras para que se vea natural y que, aunque sea un maquillaje cargado, no se vea ostentoso».

Después de tantos años como estilista de las Hogueras, sigue viendo errores entre muchas festeras. «Eliminaría los excesos sin necesidad porque son chicas jóvenes, de veintipico de años, que no precisan tanta pintura. Cuando vas a un acto es evidente la que va exageradísima. Es mejor llevar los labios naturales. Ese rojo tan apasionado que se ve en Hogueras es un horror, endurece y envejece. Los ojos marcados y los labios chorizo o casi negro, la mantilla, el azahar...comen a la chica. Eso se ve y no es nada bonito. Es mejor llevar en los labios rosados, frambuesas, incluso marrones intensos».

Aunque las Belleas del Foc y sus damas necesitan pocos retoques, Miguel Ángel Leal hace uso de una serie de trucos para llevar a la perfección su imagen. «Lo mejor es poner (sobre el rostro) una ampolla reafirmante que deje la piel tersa y cómoda para todo el día. Una buena calidad de maquillaje, unos buenos polvos translúcidos, y un color permanente para los labios, aunque en Hogueras se les repasa por la tarde, porque en verano y con el calor dura menos».

Cuando son elegidas una nueva Bellea y sus damas, el estilista dedica varios días a estudiar el rostro de cada una de ellas, «hasta cogerles el tranquillo». Ese estudio de las facciones se llama «visagismo», dijo, y «es fundamental». «A las chicas se les pregunta qué les gusta y que no. Dentro de esas posibilidades intentamos actuar. Es puro conocimiento, dejarles que se expresen. A lo mejor están equivocadas con su imagen, pero para eso estamos nosotros. Y nunca ha habido problemas».

Niñez en los ojos

En el caso de Patricia Gadea se ha encontrado con «una dulzura, tiene la niñez en los ojos, cara de niña. Hay que darle relevancia a sus facciones para que se la vea aún más Bellea del Foc, potenciar esas facciones de niña con un punto de señora, porque con una coleta va muy bien pero de alicantina tiene otra importancia. No se trata de hacerlas de 80 años pero sí de darles un estilo más maduro, que no se las vea tan niñas y que cuando entre la Bellea del Foc la gente se percate». En su belleza «con muchas posibilidades», destacan como fuertes los ojos y el pelo, «que se le trabaja muy bien», ya que Leal es también peluquero. «Es muy guapa, con un punto exótico, diferente. A ella, cuanto más claro mejor, los naranjas, los melocotones, y para la noche, grises y bronces». Patricia Gadea, acostumbrada a maquillarse poco, se ve cambiada.

«Suelo ponerme algo de polvos, como mucho raya y rímel, y a veces nada, voy con la cara lavada. Para salir o de alicantina sí me pinto los labios de marrón o cereza». El estilismo es para Leal una vocación y una devoción. Y un arte que completa y realza la indumentaria festera.