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El hundimiento de los precios asfixia a la agricultura provincial

La tarifas a pie de bancal caen un 40% en diez años expulsando del campo a 60.000 productores

La falta de rentabilidad de las explotaciones agrícolas de la provincia, debido a que los precios han caído de media un 40%, ha provocado que en los últimos diez años cerca de 60.000 agricultores hayan abandonado la actividad al no poder soportar una caída de los precios medios del 40%, y hasta del 70% a pie de bancal, como en el caso de algunas hortalizas como el tomate de ensalada. La gran atomización de la oferta (algunas explotaciones no superan ni las dos hectáreas) y la fuerte concentración de la demanda (unas pocas empresas dominan el mercado), provocan situaciones como que en Alicante la naranja se pague a 14 céntimos de euro el kilo de media al agricultor, y en el supermercado no se encuentre por menos de 1,3 euros/ kilo, o la patata, que se compra a once céntimos a pie de bancal y luego al consumidor se le pide un euro por kilo, en una espiral que parece no tener freno.

Agricultores y expertos universitarios consideran que la única solución pasa porque el Gobierno o la propia Comisión Europea establezcan medidas de protección para el producto fijando un precio mínimo de venta que, al menos, permita que el agricultor cubra los costes. Es la única forma de parar un sangría que en Alicante ha acabado con el 33% de los productores en diez años. Mientras, paradójicamente, en este escenario de ruina se mueve el que está considerado el segundo sector exportador de la provincia tras el calzado, con unas ventas al exterior de mil millones de euros al año, según el ranking del Instituto de Comercio Exterior. La agricultura es el segundo sector exportador con un crecimiento sostenido desde 2009, justo cuando la provincia comenzó a sentir con mayor crueldad el derrumbe de la construcción.

Hoy, muchos de los trabajadores que dejaron la huerta por el andamio tratan de volver al campo. Unos con más suerte que otros porque los puestos están cubiertos por los trabajadores que se quedaron, y muchos por emigrantes que en los días de las vacas gordas se convirtieron en la única mano de obra que quería tostarse al sol. Por otro lado, la agricultura sigue con su gran problema estructural: la falta de agua en calidad y cantidad.

En total, la agricultura de la Comunidad Valenciana mueve al año 3.300 millones de euros siendo las naranjas, limones, pimiento, tomate, lechuga, sandías y uva de mesa, los productos más demandados en Europa, según la Federación Española de Empresas Exportadoras de Frutas y Verduras.

Un 33% de la facturación corresponde a la provincia de Alicante donde 116.029 familias trabajan directamente en el sector hortofrutícola y, por ende, dependen del agua que llega todos los años desde el Tajo y de los precios que reciben a pie de campo.

En concreto, Alicante exporta todos los meses a Europa, norte de África e incluso Senegal toneladas de frutas y verduras, cereales, azúcar, café, cacao, semillas y frutos oleaginosos, piensos y hasta tabaco, imposibles de producir sin el agua de calidad y con el brutal desequilibro entre precios y costes. La facturación mensual de la exportaciones oscila entre los 85 y los 90 millones de euros. La demanda es tal que hay empresas alicantinas que, incluso, producen en países como Senegal, tras años de relación comercial y donde todos los meses llegan contenedores con zanahoria alicantinas que salen por el puerto de Cádiz.

Eladio Aniorte, presidente de Asaja en Alicante, denuncia, en este sentido, que «en la cadena alimentaria se producen desajustes reconocidos por distintas administraciones y entidades nacionales y europeas. Por ello, deben corregirse las desavenencias y debe avanzarse en la Ley de Mejora de la Cadena Alimentaria porque a la agricultura le quedan otros 2.000 años más de vida, pero no puede ser que siempre sirva para enriquecer a unos pocos y arruinar a todos los productores, y es necesario que prime las leyes de la oferta y demanda y de libre competencia en la alimentación».

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