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Enfermos de tecnología

Expertos alertan de que el abuso de adultos con móviles y tabletas afecta a las relaciones entre padres e hijos

Enfermos de tecnología

Marta intenta reclamar la atención de su madre, para que vea cómo ha trepado hasta la parte más alta del columpio. Con apenas cinco años, disfruta de un rato en los juegos infantiles ubicados frente a su colegio. Le acompaña su madre, Ángela, que tiene la mente puesta en contestar unos correos de su trabajo. No son urgentes, pero la rutina le empuja a hacerlo sin pensar en las consecuencias. Para ella, recibir un correo es sinónimo de respuesta inmediata. «¡Mamá! ¡Mamá!, ¡Mira, mira dónde estoy...!». Por más que grita, su madre sigue absorta en su tarea, pese a que su jornada laboral ya ha concluido oficialmente hace varias horas. Y es que no sólo los adolescentes sufren problemas de adicción a las nuevas tecnologías, con móviles y tabletas, sino también los adultos.

Ángela representa a esos padres «enganchados» al trabajo y a las nuevas tecnologías, que relegan a un segundo plano la relación con sus hijos. «Podemos hablar de dos tipos de efectos. Existe una interferencia en la relación padres-hijos. Al estar pendiente del teléfono, o de otros dispositivos, los padres dejan de prestar atención al niño, por lo que se comunican e interaccionan menos. Luego también influye en el modelado, es decir, los niños aprenden que el móvil es muy importante, y que se le dedica mucho tiempo y en medio de cualquier actividad», señala Jose Pedro Espada, psicólogo infantil y profesor de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), quien aboga por acudir al profesional cuando la dependencia supere la normalidad, cuando el abuso pase a ser una adicción. Para reconocer cuándo se supera esa difusa barrera, Antonio Castaños -psicólogo experto en adicciones- propone preguntarse si «la persona gobierna la situación o, en cambio, si la situación gobierna la voluntad de la persona», «cuando ya existe dependencia psicológica». «El límite se encuentra en la pérdida de control sobre la situación. Es decir, pensar que le vas a dedicar una hora diaria y que luego sean tres por norma», señala el también director de Vida Libre, entidad experta en adicciones.

La asociación que dirige, explica Castaños, aún no ha recibido a ningún padre por problemas con las nuevas tecnologías, aunque sí a adolescentes. No obstante, admite que en cualquier momento puede presentarse el primer caso. «Sabemos que ese problema de adicción a la tecnología en adultos ya existe, sólo falta que den el paso para tratarse a manos de profesionales. Los móviles y tabletas tienen un gran potencial adictivo, y más en cuestiones laborales, porque te permiten estar siempre disponible, te ofrecen una gran rapidez de respuesta y no suponen ningún perjuicio para la economía familiar», añade Castaños, quien adelanta en qué consistiría la terapia a seguir por un adulto con esta dependencia: «Lo primero y fundamental es aceptar el problema, para ello resulta casi indispensable la colaboración de la pareja. Una vez en tratamiento, hay que evitar la exposición a esos aparatos tecnológicos, aprender técnicas de autocontrol y, poco a poco, volver a recuperar el uso del móvil». Una vez superada esa etapa, llegaría la fase de rehabilitación. «Ahí empezaría la normalización de los comportamientos, como retomar la comunicación con los hijos, recuperar amistades...», afirma Castaños, quien por último estima que dejar una adicción a las nuevas tecnologías en un adulto podría llevar un tiempo aproximado de unos seis meses. «Más otro medio año para prevenir recaídas. Y es que con las nuevas tecnologías, esta fase es más complicada si cabe, porque no puedes impedir que una persona siga haciendo vida con móvil y tableta, lo que hay que conseguir es que no se vuelvan adicta a ellas», concluye.

Para Espada, profesor de la UMH y experto en psicología infantil, los menores de ahora sufren mayor desatención por parte de sus padres que en otras épocas. «El tiempo que pueden dedicar ahora es menor que en otras generaciones. Si a ese tiempo se le resta calidad por estar atento a temas laborales [fuera del trabajo], la relación entre padres e hijos empeora y se distancia», asegura el experto. En Francia, para intentar mitigar esta situación, sindicatos y patronal han llegado a un acuerdo: los trabajadores no podrán contestar correos electrónicos de trabajo fuera de su jornada laboral y tendrán que apagar su teléfono de trabajo. Un primer paso, se verá si efectivo, para que el tiempo libre de los franceses gane en calidad. ¿Los empresarios y sindicatos lo extrapolarán a España?

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