Francisco Santiago (Zamora,. 1945), recibirá el próximo 1 de junio el reconocimiento de la Diputación a su labor para lograr una provincia mejor. La presidenta Luisa Pastor le impondrá el distintivo que le reconoce como «Alicantino de adopción». Ingeniero técnico de Obras Públicas por la Escuela Universitaria Politécnica de Madrid, ha trabajado para la Universidad de Alicante, el Ayuntamiento de Benidorm y la Junta del Trasvase Júcar-Vinalopó.

¿Qué sensación tiene al recibir el reconocimiento «Alicantino de adopción»?

Sobre todo ha sido una cosa totalmente inesperada, pero qué voy a decir. Estoy abrumado y agradecido. Llegué de vacaciones en 1972 de la mano de mi amigo, un hermano, como fue José Ramón García Antón, al que había conocido en la facultad de Ingenieros de Caminos y en el colegio mayor San Agustín en Madrid. José Ramón me convenció para quedarme a trabajar en un Benidorm que empezaba su crecimiento y en el que había mucho por hacer. No teníamos ni planos de la ciudad. Trabajábamos con los mapas del ejército. Hoy, cuarenta y dos años después, se me reconoce un esfuerzo que he realizado encantado y lo volvería ha hacer.

¿Qué le ha dado y que le ha quitado esta provincia?

¿Qué me ha dado? Todo. Desde el día en que conocí a mi mujer, Consuelo, de la que pensé que era una turista guapísima cuando al final de la tarde me dijo que se volvía a su hotel -una semana después me la encontré por la calle y al preguntarle si se había quedado me soltó que no, que el hotel era de su familia-, hasta mis hijos, o el trabajo que más me gustaba desde que empecé en Benidorm, en el ayuntamiento que presidía José Manuel Reverte. Me dio a mi amigo José Ramón, que para mí sigue entre nosotros, y me lo dio todo. ¿Qué me ha quitado? ¿Tiempo para estar con la familia? Quizá.

¿Qué cambiaría?

Cambiar poco, pero está claro que a la provincia de Alicante le falta más vertebración. No podemos seguir pensando en reinos de Taifas. Necesitamos más interconexión en todos los sentidos. No es razonable que sigamos pensando que cada municipio tiene que tener un polideportivo, un teatro, un centro de convenciones. Debemos unirnos más. Es normal que haya una centralidad en Alicante.

¿Qué solución tiene Alicante para no estar pendiente todos los días de Toledo o Valencia en la cuestión del agua?

Siempre pongo el ejemplo del Consorcio de Aguas de la Marina Baixa. Si no conoces el problema del otro es difícil llegar a acuerdos. No todo está en firmar un convenio y olvidarte. Hay que estar siempre sobre el problema. El tema de la sequía es grave, y lo triste es que siga habiendo gente que todavía no se ha dado cuenta de que en Alicante no somos autónomos en el tema del agua. Necesitamos trasvases y ahí quiero dejar clara una cosa. De los trasvases se beneficia todo el mundo. Lo importante es crear riqueza y luego repartirla en las dos orillas. Sería una monstruosidad dejar sin agua a una agricultura capaz de producir dos cosechas al año. Por qué nadie dice nada por traer la electricidad.

Se ha pasado 40 años trabajando para que todos los días salga agua del grifo.

Una labor gris porque la gente lo da por hecho, pero detrás de cada gota hay un trabajo que nadie sabe valorar, como las canalizaciones de agua subterráneas o las obras antirriadas.

¿Ha cambiado mucho Benidorm desde que llegara a principios de los 70?

Encontré una ciudad joven, con ganas de crecer y creo que acertamos en el modelo. En Benidorm da gusto trabajar porque la gente siempre está contenta, de vacaciones. A mí me arrastró esa felicidad. Hoy es una ciudad que funciona y la gente está contenta.