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La presbicia, un problema del que nadie escapa

Javier Mendicute señala que las dificultades para la visión de cerca aparecen a partir de los 50 años de edad «sí o sí»

El oftalmólogo Javier Mendicute, ayer en el ADDA JUAN CARLOS VALDIVIA

Superar los 50 años es sinónimo de sufrir presbicia o vista cansada, un defecto ocular que ocasiona dificultad para ver de cerca. «Nadie escapa, es un problema vinculado sí o sí a la edad». Así de rotundo se muestra el experto Javier Mendicute, jefe de servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Donostia, que ayer participó en la penúltima jornada del congreso de oftalmología que se celebra desde el miércoles en el Auditorio Provincial de Alicante.

La presbicia, uno de los asuntos en torno a los que giró ayer el debate en los médicos reunidos en el ADDA, aparece en una persona como consecuencia de que sus ojos pierden poder de acomodación, lo que provoca la disminución en la capacidad para enfocar objetos cercanos. Es decir, el afectado tiene que alejarse el periódico diez centímetros para poder leerlo. «Y nadie se salva. El 100% de la población mayor de 50 años sufre presbicia. Sólo hay un tipo de persona que piensa que no tienen vista cansada, pero no es cierto. Los miopes de 3 dioptrías ven bien de cerca por la propia miopía, pero también tienen vista cansada aunque no noten los síntomas propios», aseguró ayer Mendicute, quien añadió que la cirugía «todavía» es un recurso minoritario para la población afectada. Según explica, apenas el 1% de las personas con presbicia recurren a la cirugía para recuperar totalmente la vista de cerca y deshacerse de las gafas. «Es una técnica que todavía tiene muy baja penetración», subraya el doctor. Entre los motivos de la baja incidencia de la cirugía de presbicia, los expertos destacan que los potenciales pacientes no ven la necesidad de operarse para ver de cerca sin gafas y el importante coste de la operación, que puede ir desde los 1.500 euros hasta superar los 4.000, ya que «varía mucho en función de la clínica, del tipo de intervención, del láser que se utilice o de la lente que se vaya a implantar...». «También influye que la técnica tiene sus inconvenientes, como la visión nocturna, lo que hace que muchas personas prefieran usar gafas a sufrir deslumbramientos mientras conducen por la noche, por ejemplo», continuó el doctor Mendicute, moderador de la charla «Corrección quirúrgica de la presbicia».

Para aquellas personas que recurren a la cirugía, los avances permiten dos tipos de intervenciones, cuya elección depende la profesión del afectado, su edad, aficiones y las expectativas en la corrección de la visión, entre otros factores. «Se puede intervenir en la cornea o el cristalino, y se puede actuar a través de un láser o implantando lentes en los ojos. Son cuestiones que se valoran en función del paciente, no se puede decir qué técnica es mejor. Las intervenciones en la córnea se realizan normalmente en un ojo, mientras que las operaciones de córnea suelen afectar a los dos ojos y con ellas el paciente recupera la visión de cerca y también de lejos», señaló el jefe oftalmológico del Hospital Donostia. Pero la intervención en el cristalino, además, cuenta con otra ventaja a largo plazo. Y es que al sustituir el cristalino por otra lente, esa persona no tendrá que operarse de cataratas en un futuro.

Con la vista puesta en el futuro, el doctor Mendicute asegura que las investigaciones avanzan para que en unos años la incisión para implantar una lenta sea de apenas un milímetro, lo que llevará consigo que las lentes sean «prácticamente geles». «También hay que trabajar en los efectos secundarios, que no perjudique a la visión nocturna, por ejemplo», aseguró el experto, quien admitió que hace apenas diez años era «impensable» que se pudiera corregir la presbicia mediante un procedimiento quirúrgico.

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