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Dificultades para seguir estudiando sin ayudas

La Universidad de Alicante realiza una investigación sobre las consecuencias de los recortes en la enseñanza

Dificultades para seguir estudiando sin ayudas

Los jóvenes de los barrios más deprimidos de Alicante quieren seguir estudiando, igual que el resto de los adolescentes, al término de la enseñanza obligatoria, tanto en Bachillerato como en Formación Profesional. Y las chicas obtienen también mejores resultados que los chicos, como también ocurre entre la población juvenil en general. La diferencia que marca la distinta extracción social y económica de estos alumnos apunta a las «dificultades reales» con que se enfrentan para poder cumplir estas expectativas, y todo a consecuencia «de los recortes en la enseñanza y la falta de suficientes ayudas económicas».

La reflexión procede del avance de los resultados sobre una investigación emprendida por el Observatorio Sociológico de la Educación de la Universidad de Alicante que su directora, María Jiménez, presentó ayer en el marco de las jornadas organizadas por el departamento de Sociología I, a cargo de Raúl Ruiz. «No podemos olvidar la función de las instituciones escolares como compensadoras de desigualdades y generadoras de cohesión social, pero, con tener una función clave, no pueden resolverlo todo», lamentaba la profesora de la UA.

En los institutos de Secundaria se incentiva a los estudiantes para su inserción laboral, teniendo en cuenta la realidad familiar precaria de estos jóvenes, por lo que Jiménez considera clave al profesorado y anima a estrechar su colaboración con la Universidad.

Otro urbanismo

Para tratar de acercar los alejados mundos entre unos jóvenes y otros, la Plataforma contra la Pobreza insta al Ayuntamiento a elaborar un estudio oficial de la pobreza y atender las necesidades primarias de los barrios con planes específicos y un cambio radical en los presupuestos, lejos de planes puntuales que se abandonando con el tiempo. «La pobreza de Alicante es rescatable con planes de igualdad de mínimos, viva donde viva la gente», concluye Enrique Romá.

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