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El nuevo palio complica la salida de La Amargura en Alicante

Los costaleros se arrodillan para sacar a la Virgen debido a la altura del paso. La procesión de Stabat Mater sale por primera vez del interior de Nuestra Señora de Gracia tras la reforma del trono

El nuevo palio complica la salida de La Amargura en Alicante

Con los ojos llorosos por la emoción y el esfuerzo iban los costaleros de la cuadrilla de relevos de Nuestra Señora de La Amargura en los compases iniciales de la procesión. Por primera vez desfilaba con paso de palio en la segunda fase de la transformación del trono a costal y la salida de su sede, la iglesia de San Antonio de Padua, fue muy complicada. «Hubo que quitar las ruedas, meter unas calzas y al final se arrodillaron porque no cabía por la puerta», explicó Víctor Ñeco, hermano mayor. Minutos después, el capataz les animaba, «muy fino y elegante, vais de cine», les decía mientras mecían el trono. Justo detrás, los cofrades llevaban un carrito lleno de velas e incluso una escalera para poder subirse a encender los cirios de la delantera del paso que se iban apagando con el viento en una procesión de incienso y música, la que pusieron las agrupaciones Nuestro Padre Jesús de Moral de Calatrava y Bañeres de Mariola.

La Amargura, con su gran corona, su rosario y la saya blanca que estrenaba, donada por José Espadero, resaltaba en medio del terciopelo granate del nuevo palio, entre flores blancas. También eran nuevos los varales, y dos angelitos en el frontal. Delante de ella, el Ecce Homo, con sus cuatro imágenes, obra, todas ellas, como la Virgen, del sevillano Castillo Lastrucci, y que estrenaba decoración floral con un friso de claveles rojos. Esta hermandad fue fundada en 1946 por el franciscano Pedro Lozano y es la primera en llevar a costal un paso de misterio en Alicante.

Anoche entró la primera en la Carrera Oficial, donde la emoción era palpable al escucharse la voz grabada del desaparecido presidente de la Semana Santa, Manuel Ricarte, presentando a cada hermandad, su historia y sus tronos. Mientras la procesión franciscana cruzaba la Rambla, se adivinaba por la calle del Teatro la silueta del majestuoso trono de la hermandad de Stabat Mater (Estaba la Madre Dolorosa al pie de la cruz), con sus cinco imágenes de madera policromada obra del escultor alicantino Remigio Soler.

Escoltado por policías y concejales del Ayuntamiento, y con una amplia representación de damas de mantilla, entre ellas la Bellea del Foc de 2012 Elena García, entró en la Carrera Oficial al ritmo de las marchas «Virgen de las Mercedes» primero y «A Jesús», después, interpretadas, tras meses de ensayo, por los niños que componen la banda de Cornetas y Tambores Cristo de la Caña, propia de la hermandad, y formada por 40 chavales de 10 a 16 años. Son alumnos de Maristas, de donde salen los 150 costaleros (hay exalumnos). Por primera vez en 22 años el trono pudo salir desde el interior de Nuestra Señora de Gracia ya que se ha reformado para introducir un mecanismo que permite recoger los faroles y que el paso quepa por la puerta del céntrico templo.

«Para todas las procesiones se deberá ir correctamente uniformado, con la vesta impecable en cuanto a blancura y planchado». Así, como rezan las normas de la hermandad del Cristo del Mar, con su indumentaria y capirote de lino inmaculados y palma de Semana Santa en la mano, salieron al atardecer desde la basílica de Santa María los más de 300 participantes en la estación de penitencia del Cristo del Mar y Nuestra Señora de los Dolores. Las cornetas y tambores del Cristo Crucificado de Monóvar y de La Amargura de Callosa de Segura anunciaron por la calle Villavieja y en la doble revirá ante el Convento de las Monjas de la Sangre y en Labradores la aparición del Señor de los hombres del mar, con su red de pescador enganchada en la cruz, su lecho de claveles rojos y estrellitas marinas, y los ciriales del mismo color en las cuatro esquinas. El cableado del Casco Antiguo complicó la marcha, y los costaleros tuvieron que agacharse para pasar por Montengón y otras calles. Escoltaban al Cristo representantes de la Marina, la Policía y la Guardia Civil en un ambiente místico. Tras la imagen de Lastrucci, una riada de mantillas negras, entre ellas la Bellea del Foc, Beatriz Botella, y antecesoras, como Mar Rodrigo, responsable de las damas de mantilla.

Los alicantinos y turistas que llenaron la plaza de Santa María y los balcones contuvieron la respiración con la salida del paso de palio de Nuestra Señora de los Dolores y San Juan de la Palma. Los costaleros volvieron a arrodillarse, como cada año, para salvar la cancela, por la elevada altura del palio de la Virgen, una talla de origen italiano del siglo XV. Atravesó la puerta de la basílica luciendo el Manto de las Palomas tejido por Tomás Valcárcel, con 43 palomas en plata, bajo una lluvia de pétalos de rosa. También es sevillana la imagen de San Juan de la Palma que completa el paso, cuya plata se restauró hace no mucho.

Cerró la noche la procesión de Nuestro Padre Jesús, que salió con sus dos imágenes al anochecer desde la Concatedral de San Nicolás. Por primera vez el Nazareno, con su cruz a cuestas y un adorno de flores moradas y rojas, desfiló con la agrupación musical La Llágrima de Mutxamel, estrenando ceñidor gracias a una donación anónima así como los faldones, regalo del vicepresidente José Antonio Villanueva. Además, se han restaurado los dos juegos de potencias del Nazareno, de 1942, uno costeado por la hermandad y el otro por una familia anónima, como explicó la nueva hermana mayor, Esmeralda Giner.

Representantes de la Policía Nacional y la Local acompañaron los pasos, así como cofrades de El Rollo de Jumilla y del Cristo de la Buena Muerte de Alicante, con los que están hermanados. Se preparó a conciencia el Encuentro, a medianoche en la plaza de Abad Penalva, con la Virgen de las Penas, llena de estrenos en los últimos años, los últimos una diadema de plata y la cruz pectoral, y decorada anoche con flores moradas y blancas. Aún más tarde, muchos alicantinos se acercaron a la calle Villavieja a animar a los costaleros del Cristo del Mar en su «cangrejeo» de regreso a Santa María.

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