Uno de los productos estrella de la provincia es el turismo residencial, pero conlleva la necesidad de infraestructuras que afectan a los ciudadanos. ¿Cuál es su opinión?
Lo que está claro es que el modelo constructivo ya no es viable y en Alicante hace tiempo que ha dejado de ser positivo construir 40.000 viviendas al año como se planteó en su día. El reto de la provincia es hacer la ciudades verdaderamente residenciales y que sirvan para atraer a gente que viva en ellas y esté satisfecha. El producto principal de muchos municipios no puede ser vivir de la construcción.
Pero ¿vale como modelo turístico?
Sí, pero no como hasta ahora. Construir, construir y construir sin pensar en hacer ciudades residenciales. El modelo nos ha descubierto cuatro vulnerabilidades claras. La ambiental con gran ocupación del terreno con piscinas, campos de golf. La educativa, que se ha notado ahora al haber sacado a gente de la escuela para irse al ladrillo.
Explíquese.
Al explotar la burbuja inmobiliaria nos hemos encontrado con personas con poca formación académica que no encuentran trabajo. Buena parte del fracaso escolar hay que buscarlo en el poder de atracción que tuvo el ladrillo para gente que se estaba formando y dejó la escuela. Una tercera vulneración es la economía. Se abandonó la industria y la agricultura. Y por último la vulneración política. Solo ha que ver la ligazón del suelo con muchos casos de corrupción. El modelo constructivo de 40.000 viviendas al año está agotado. Era una salvajada y el objetivo actual es hacer las ciudades más habitables.
